Formidable apuesta presupuestaria

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

Óscar Cañas

12 oct 2021 . Actualizado a las 10:08 h.

El Gobierno apuesta decididamente por la recuperación: ha puesto sobre la mesa los Presupuestos más expansivos de la historia. Nunca un Gobierno, ni durante ni después de una crisis, se propuso inyectar tal magnitud de recursos públicos para reactivar la economía. El gasto previsto no tiene parangón. La inversión supera los 40.000 millones de euros, cifra jamás alcanzada. Los jóvenes, víctimas propiciatorias de dos crisis casi consecutivas, son los beneficiarios de partidas por importe de 12.550 millones de euros, entre las que destaca una dotación para becas educativas sin precedentes. Tampoco se dedicó nunca tanto dinero, 13.298 millones, a investigación, desarrollo, innovación y digitalización. Seis de cada diez euros serán destinados a gasto social, incluyendo la revalorización de diez millones de pensiones, la subida salarial de los funcionarios y una gran oferta de empleo público.

Frente a esa explosión del gasto, el proyecto no prevé subir los impuestos el próximo año. La única excepción, el impuesto de sociedades que (apenas) pagan un millar de grandes empresas por sus beneficios, tendrá escaso impacto recaudatorio. ¿Cómo se financia, pues, la fiesta? El Gobierno confía en dos fuentes: los fondos europeos de Next Generation y el aumento de recaudación impulsado por la propia recuperación. Motivos tiene para el optimismo: el empleo se aproxima al nivel previo a la crisis -crece el número de contribuyentes, mengua el de parados- y la recaudación fiscal hasta el pasado julio ya supera en un 3 % la del mismo período del 2019. Para que las cifras oficiales encajen, la recaudación tributaria deberá crecer el año próximo un 8,1 %. De lo contrario, el déficit público será mayor al previsto en el proyecto de Presupuestos.

Ante esa formidable apuesta presupuestaria, de cuyo éxito o fracaso hablaremos dentro de un año, ya se han alzado las primeras voces condenatorias. Algunas, con escasa enjundia económica o financiera, se limitan a repetir los consabidos clichés que siempre utiliza la oposición política. Hay dos que nunca faltan. Los Presupuestos «lo fían todo al despilfarro y al gasto improductivo», dijo desde el PP Jaime de Olano. Olvidando que despilfarro y gasto improductivo son muchas veces términos antitéticos. La construcción del aeropuerto fantasma de Castellón fue un despilfarro y, en ortodoxia contable cada vez más discutida, una inversión productiva. Las políticas sociales se alimentan con gastos corrientes tildados de improductivos. El señor Olano debería, por tanto, concretar los gastos improductivos que le disgustan: ¿la subida de las pensiones, la extensión de las becas, el bono joven...?

El segundo y habitual anatema ya lo aireó su jefe de filas, Pablo Casado: estos Presupuestos llevarán a España a la bancarrota. Reducir el déficit del 11 % al 5 % del PIB en dos años, y la deuda del 120 % al 115,1 %, ¿nos conduce a la quiebra? No sé si las profecías apocalípticas mejoran las expectativas electorales del señor Casado, pero sí estoy convencido de que miente a sabiendas: sabe que no se cumplirán.