Sobre conquistadores y aventureros

OPINIÓN

Biel Aliño | Efe

18 oct 2021 . Actualizado a las 10:20 h.

Si hacemos pie en la colonización de América, con la que algo tuvimos que ver, enseguida veremos la diferencia que hay entre un conquistador y un aventurero. Pizarro, por ejemplo, fue un conquistador, cuya obra sigue viva en las grandes ciudades que fundó -como Lima- o refundó -como Cuzco-, cuya gobernación y belleza testimonian la elevada concepción de su proyecto político. En el lado opuesto, Lope de Aguirre, también valiente, optó por ser un aventurero, porque, sin dejar ningún espacio para la grandeza y la civilización, pasó a la historia como un loco furibundo y ambicioso, que convirtió sus expediciones -como la de El Dorado- en puras astracanadas. 

Valiéndonos de esta audaz comparación, podemos afirmar que, en el XL Congreso del PSOE, tomaron asiento, al servicio de una causa similar, dos valientes guerreros, de los que uno -Felipe González- tiene biografía e historia de conquistador, mientras el otro -Pedro Sánchez- se consagró como un exitoso aventurero, que, aunque en este concreto momento es más famoso y seductor que el mismo González, está poniendo todo su afán y todas sus oportunidades no a favor de España, sino al servicio de su ambición y de su fama. Por eso cabe decir que, a pesar del abrazo publicitario en el que ambos líderes se fundieron, nada tiene que ver el partido que lideró el conquistador con el que dirige el aventurero, ya que, mientras González puso todo su saber y su experiencia al servicio del PSOE y a beneficio de España, Sánchez creó un PSOE a su servicio y a beneficio de la biografía y el porvenir que se quiere construir.

Para ser objetivos, hay que decir que el XL Congreso del PSOE culmina una estrategia de conquista del poder que convierte a Pedro Sánchez en el más hábil y democrático trepador de España, en la medida en que todos los precedentes que conquistaron el poder maniobrando en corto lo hicieron mediante pronunciamientos no democráticos, y casi siempre violentos, mientras que el ascenso de Sánchez -que en sus primeros capítulos se hizo contra todo pronóstico- fue totalmente pacífico y plenamente democrático.

La rebelión de Sánchez contra el aparato de su partido, que lo había desahuciado, hecha desde la postración a la que había llegado tras renunciar -honradamente- a su escaño, pasará a la historia del tacticismo político europeo. Por eso es muy lógico que el propio Sánchez se halle pletórico de voluntad y poder, y que su liderazgo sea incuestionable para los que, tras haber apostado por él, conforman un entramado de intereses que ascendió a mucha gente desde la nada al todo. Lo malo es que ese brillante viaje se está haciendo -como si del maquinista de la General se tratase- a base de quemar en la caldera todo el capital del PSOE, y cediendo -o desparramando- el poder hacia los que se posicionan en contra de lo que Sánchez dice defender. Por eso es posible que sus mandatos se recojan en un best seller, o en un melodrama de Almodóvar. Pero en nada se podrá comparar con el histórico magisterio de González.