Crisis en el Gobierno, conflicto social

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Chema Moya

03 nov 2021 . Actualizado a las 10:46 h.

Lo que acaba de estallar es el conflicto más serio de la actual coalición de Gobierno. Tan serio, que se puede afirmar que no se podrá cerrar sin la derrota y consecuente caída de una de las vicepresidentas o incluso con la estruendosa explosión de la coalición misma. Se trata de una explosión anunciada prácticamente desde la formación de Gobierno. La reforma laboral es el asunto más sensible, también el más endemoniado, que pasó por sus manos. La tensión se desarrolló en tres fases: una primera, donde no se le dio importancia, aunque figurase en el pacto de coalición. Una segunda, donde se dijo que no sería una derogación integral, sino una corrección de los aspectos más lesivos. De esa idea participaban las dos vicepresidentas enfrentadas hoy y una de las ocasiones en que se dijo no a la derogación integral fue cuando Adriana Lastra la pactó con Bildu en la votación de la prórroga de un estado de alarma. Y la tercera fase se culminó en el congreso del PSOE en Valencia cuando Pedro Sánchez anunció formalmente la derogación sin ningún matiz en sus palabras.

El festival de declaraciones, contradictorias o no, fue acompañado por el posicionamiento de los empresarios y los sindicatos. Para las patronales, cambiar la reforma laboral sería un desastre. Para los sindicatos, la reforma laboral es la causante de la precariedad en el empleo. Pepe Álvarez, secretario general de UGT, me lo decía así para el digital 65ymas.com: si dos millones de contratos firmados en el mes de septiembre solo dan para 78.000 empleos registrados, la legislación es perniciosa. Digamos que en el Gobierno Nadia Calviño representa a la patronal -y a los deseos de la Comisión Europea, por cierto- y Yolanda Díaz -y Ione Belarra, también por cierto-a los sindicatos y a sí mismas, más convictas que Unai Sordo y Pepe Álvarez.

 

Lo malo del nuevo conflicto gubernamental es que no se trata solo de discrepancias, sino que hay acusaciones de injerencia y de usurpación de competencias ministeriales. Es como decirle a la señora Calviño, que no olvidemos que es la responsable de la política económica y tiene la autoridad de la Vicepresidencia primera, que aparte sus manos del plato social. Es el enfrentamiento abierto entre el sector que se podría llamar capitalista y el que algunos llamarán comunista. Alta tensión.

Y la parte de Unidas Podemos utiliza una estrategia que hasta ahora le funcionó: primero comunica la existencia del conflicto, después informa de su evolución y más tarde se atribuye el éxito. Si ha ganado, punto a su favor. Si ha perdido, punto a su favor también, porque ha dejado al PSOE en la asquerosa derecha y UP sigue siendo el defensor del desvalido. Esto, que hasta ahora resultó entretenido, ahora es dinamita. Yolanda Díaz es más popular que Pedro Sánchez y una confrontación entre sindicatos y empresarios lleva de cabeza al conflicto social.