Garzón y la bandera de los tigretones y las panteras rosas

César Rodríguez Pérez
César Rodríguez JUEGO DE TRONOS

OPINIÓN

Quique Garcia | Efe

29 oct 2021 . Actualizado a las 08:54 h.

El concepto de libertad acaba de sufrir su segunda gran reformulación en dos años. La primera se la debemos a Ayuso y a sus cañas madrileñas (léase Ayuso y los tres pilares de la libertad). La segunda es aún más ridícula y hay que atribuírsela a buena parte de la comunidad tuitera española. Esa que se suele ubicar muy a la derecha en el espectro ideológico. La misma que recela en voz alta de las vacunas y que ayer enarboló con fuerza una bandera poco habitual, la de los tigretones y las panteras rosas.

Aquellos dulces ochenteros han logrado sobrevivir en los supermercados gracias a su sabor y a la nostalgia. Pero nunca fueron ejemplo de producto saludable, de buena alimentación. Y ayer se transformaron en elementos de agitación política a la vez que se convertía en trending topic la palabra «prohibir».

Protestaban contra el anuncio del Ministerio de Consumo de que los anuncios de galletas, helados, dulces y bebidas calóricas iban a estar excluidos del horario infantil. Lo hacían con eslóganes de trazo grueso y contraposiciones imposibles que incluían la palabra comunismo y menciones a drogas o a cursos de educación sexual. Parecía que eran incapaces de distinguir entre el control de la publicidad y la prohibición del consumo, pero no era así, estaban intentando propagar una mentira populista, la de que habrá que comprar los dulces de contrabando por orden del ministro Garzón.