Drácula, Frankenstein y la inflación

Alfredo Reguera Aramburu PUNTO DE VISTA

OPINIÓN

Juan Ignacio Roncoroni | Efe

31 oct 2021 . Actualizado a las 09:09 h.

Con el IPC de octubre ya en la mano, cercana la festividad de Halloween, podemos confirmar que los muertos se han levantado, concretamente en este caso, el fantasma de la inflación. Un viejo enemigo. Podemos definir la inflación como una subida sostenida y generalizada de los precios. Y el mejor indicador para estudiarla es el IPC, un índice de precios, de una lista de bienes y servicios consumidos, estadísticamente típica de una familia. Teniendo en cuenta que la subida de precios anual este octubre se ha previsto en un 5,5 % (la cifra más alta en 29 años), ya no hay duda, nuestra economía está sufriendo una inflación cada vez mayor (4 % en septiembre y 3,3 % en agosto). ¿Por qué ocurre esto? Por la cantidad de planes de estímulos de todos los organismos para relanzar la actividad. Planes que lo único que consiguen es zombificar la economía con deuda y tipos de interés ridículos. Planes de «recuperación y resiliencia», «escudos sociales», «fondos Next Gen»… Todo un sistema que se basa en la capacidad de los bancos centrales de imprimir e imprimir dinero, para que los gobiernos gasten a espuertas.

La otra pregunta que nos viene a la mente es: ¿cómo nos afecta esto? Fácil, que los precios no paran de subir, es decir, el dinero existente cada vez vale menos y además tus ahorros empiezan a perder valor. En un país con una inflación de este nivel y tipos de interés bajísimos, hacer que los ahorros no se deprecien se convierte en una hazaña si no se quiere prácticamente jugar a la ruleta con ellos. Este tipo de políticas no solo llaman al sobreendeudamiento, sino también a la sobreexposición al riesgo. La deuda a la que hacemos mención tiene mucho que ver con que ocurra esto. No es casualidad que los responsables de los programas de estímulos que provocan dicha inflación sean los únicos beneficiados por esta, al ser los más endeudados. Porque al igual que los ahorros valen menos con el aumento de precios, este fenómeno también afecta a las deudas. ¿Y cuáles son las instituciones más endeudadas de todas? Los estados. La inflación es la medida más usada en la historia para reducir la deuda gubernamental. Además, como es un fenómeno que ellos no aprueban como podría ser un nuevo impuesto, la opinión pública no les afea esta situación. Por ello, la inflación es también conocida como el impuesto silencioso, beneficia a los endeudados (los estados) y perjudica a los ahorradores, comiéndose sus ahorros, sin que estos localicen al culpable.

Para frenar este fenómeno solo hay un camino, apagar la máquina de hacer dinero, frenar los estímulos y el gasto masivo, sea con el apoyo de los distintos gobiernos o sin él. Para eso existe la sagrada independencia de los bancos centrales frente a los gobiernos. Recordando que, según los estatutos del BCE, su objetivo primordial por encima de cualquier otro, incluido el crecimiento económico, es la estabilidad de precios.