El yolandismo frente al «ti vai facendo»

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

Chema Moya | Efe

30 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El Olimpo de la popularidad se alcanza en España cuando para referirse a ti basta que pronuncien tu nombre de pila. Ocurrió con Felipe y con Mariano, expresidentes ambos del Gobierno. Pero el fenómeno es independiente del cargo. Hoy, tú dices Yolanda y todo el mundo sabe de quién estás hablando. Cosa que no sucedió ni siquiera con Pablo Iglesias, porque su Pablo tenía dos problemas. Primero, que había ya un Pablo Iglesias. El bueno, como dicen en el PSOE. Segundo, que el líder del PP también se llama Pablo.

Pero Yolanda es ya Yolanda. Sin Díaz. O sea, que ha nacido el yolandismo. Aunque para cada uno signifique cosas diferentes. Para los sindicatos, que la reciben con ese grito de «¡presidenta, presidenta!», -que pone de los nervios al PSOE-, Yolanda es Marcelino Camacho sin chaqueta de lana y con mechas. Entre Evita y Pasionaria. La mujer que los llevará al triunfo en la lucha final poniendo de rodillas a la patronal, y a la que están dispuestos a seguir aunque ello implicara que haya más Santas pasando los lunes al sol.

Para otros, y no solo en la derecha, Yolanda es puro humo, porque habla como si hubiera ganado las elecciones y representara a todos los españoles -«la gente»-, pero nunca ganó nada cuando se midió en las urnas. Y los que han votado a Unidas Podemos son un 12,9 % de los ciudadanos, muy respetables todos, aunque probablemente a estas alturas serían muchos menos los que repetirían.

Pero, para fans y para haters, el yolandismo está en la calle. Y eso trae de cabeza al PSOE, porque de las nuevas ministras socialistas que Sánchez incorporó al Gobierno en la última escabechina de San Cristóbal la gente no conoce ni el nombre. A los socialistas les inquieta el yolandismo. Pero a Sánchez no, porque, si al final sale la reforma laboral de Yolanda, proclamará que el mérito es suyo y él será el más yolandista de todos. Y si sale la de Calviño, el mérito de haber sometido al yolandismo también será suyo. ¿Lo pillan?

Lo de Sánchez es siempre un «ti vai facendo». Solo así es posible presentarse a las elecciones con un programa que dice que solo se reformarán «los aspectos más lesivos» de la reforma laboral y firmar al día siguiente de esos comicios un pacto con Pablo Iglesias -el de Podemos, no el del PSOE-, en el que se compromete textualmente a «derogar la reforma laboral». Y luego, después de ese abrazo de Vergara, suscribir la corrección impuesta por la UE a su plan de recuperación, so pena de no entregarle los famosos 140.000 millones, en la que se afirma, literalmente, que se deben «preservar los elementos de la reforma del mercado de trabajo introducidos en 2012-2013, que han desempeñado un importante y reconocido papel en el impulso de la recuperación económica generadora de empleo» y con «total respeto del diálogo social», como aquí (pag. 55) puede leer cualquiera. Cumplir a la vez con todos esos compromisos antagónicos, suscritos de su puño y letra, es imposible. Sánchez lo sabe. Pero qué más da. «Ti vai facendo, que ya arreglaremos».