Luis Enrique y su holocausto

OPINIÓN

RFEFPablo García

22 nov 2021 . Actualizado a las 09:12 h.

A Fernando Santos, que ganó la Eurocopa con Portugal, le llueven las críticas por no lograr la clasificación directa para el Mundial de Catar. Lo mismo le sucede a Roberto Mancini, vigente campeón de Italia. En Uruguay acaban de destituir a Óscar Washington Tabárez, porque está en peligro el pasaporte de su selección para la gran cita intercontinental. En España, Luis Enrique no tuvo que pasar por ese trance. Cumplió el objetivo, con escasa brillantez. Lo celebró con fruición y, ya liberado de la presión, reconoció, con la poca gracia y escasa mesura que le suelen acompañar, que de no haberlo conseguido esperaba un holocausto caníbal.

Con toda seguridad se hubiesen multiplicado las críticas, como las antes apuntadas a colegas tan reputados y todos ellos con algún título nacional en su palmarés. En el deporte, y particularmente en el fútbol, los resultados suelen distorsionar los análisis.

Lo que sería difícil de distinguir es qué porcentaje hubiese correspondido a quedarse por debajo de las expectativas y cuánto a ese carácter bravucón que exuda el seleccionador. Da la impresión de que le preocupan poco la empatía y la simpatía. Tiene por delante más de un año para seguir modelando un proyecto en el que no se puede discutir su sello. España es un equipo con una incuestionable determinación para llevar la iniciativa, presiona como un depredador, pero la faltan uñas en las áreas. Si mejora su estadística de tiros entre los tres palos, dará un salto que invitará a soñar. Y si llegan los resultados, pocos se acordarán de ese carácter desabrido. A pocos les hubiese extrañado una destitución de Luis Aragonés después su espantada en Oviedo, tras un partido ante Letonia. Felizmente, no fue el caso. A partir de ahí abrió el camino de la etapa más gloriosa y Luis Enrique puede darle continuidad. Si eso (no confundir con sieso, o sí) sucede, todo lo demás pasará a ser irrelevante