Hasta siempre, Antonio; gracias, Escohotado

Álvaro Boro

OPINIÓN

MARCOS MÍGUEZ

22 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Ha muerto uno de los últimos hombres libres que pisaban este mundo, ha muerto Antonio Escohotado en Ibiza, en ese lugar en el que fue tan feliz, a los 80 años. Un hombre con mil vidas, pensamientos y cigarrillos. Madridista, filósofo, jurista, funcionario, hippie, lector, estudioso, empresario de la noche, vividor y tantas otras cosas más como se hubiese propuesto; porque Antonio fue un gran hombre con una gran vida. Uno de esos tipos que parecen haber salido de una novela de R. L. Stevenson, pero que nació en Madrid.

No voy a tratar de glosar su importancia académica en estas pocas líneas, puesto que ni soy uno de sus grandes estudiosos ni aunque lo fuese, creo que no tendría la capacidad de resumir la totalidad de su obra en tan breve espacio -ni en grande tampoco- ni mucho menos su experiencia vital. Para eso nos quedan sus libros. Pero su Historia General de las Drogas reposa años en mi biblioteca como el gran libro que es; ahí sigo con el segundo tomo de Enemigos del comercio, después de consumir el primero en la pandemia y con el tercero esperando a un futuro y a tiempo; cuando Rameras y esposas: cuatro mitos sobre el sexo y deber cayó en mis manos, de rebote, durante la adolescencia leí entendiendo poco pero sin poder dejar de hacerlo y lo mismo, pero ya entendiendo más, durante la universidad con Caos y orden. Al señor Escohotado hay que honrarle leyendo sus libros, pensando y, sobre todo, tratando de ser libres. Porque eso es lo que él ha sido y por lo que ha luchado durante toda su vida: por la libertad. Y como todos los grandes y sabios hombres, sabia que es imposible la ética sin la estética, por eso alguna vez se abandonaba al hedonismo y el libertinaje, que en verdad no es más que hacerlo a la más pura y auténtica libertad.

Sus enseñanzas se basaron en la lucha frente al miedo y el vasallaje, a la doctrina perpetua del estudio y la lectura como fin primero y último de la vida. «El amor al saber, la curiosidad, el asombro; es lo que me sostiene. Y creo que puede sostener a cualquier ser humano», escribí no hace mucho. Con estas palabras, el saber está en resumir, lo explicaba todo.

«Aprender significa disfrutar cambiando de idea. Cuando descubres que aquello no es lo que creías que era, que era distinto. Ese cambio es aprender. Hay personas que lo hacen con gustísimo, con gustísimo, como la esencia de la vida. Y otras que por alguna razón no pueden. Que están adaptadas a confirmar. Su vida no es aprender, es confirmar. Y fíjate que esto puede ser una distinción muy básica del ser humano», le dijo Antonio a Ricardo F. Colmenero en el fantástico libro que es Los penúltimos días de Escohotado, libro necesario para entender y comprender el devenir de la reclusión voluntaria en Ibiza de AE para acabar sus días. Unas páginas donde Escota habla y Rafa escribe, que muestran al filósofo con una lucidez extensa.

Antonio Escohotado, él que nos enseñó cómo aprender y que lo seguiremos haciendo con toda su doctrina, descansa ya en paz arropado por familiares y amigos, llorado por todos. Allá dónde esté, estoy seguro, seguirá estudiando, disfrutando y siendo auténtico. Hasta siempre, Antonio; gracias, Escohotado.