25N debe ser los 365 días del año

Carmen Escandón García

OPINIÓN

Cementerio efímero instalado en la plaza de Porlier en Oviedo con lápidas que recogen los nombres de las mujeres y niños que han sido víctimas de la violencia de género en España en 2019
Cementerio efímero instalado en la plaza de Porlier en Oviedo con lápidas que recogen los nombres de las mujeres y niños que han sido víctimas de la violencia de género en España en 2019 Carla Vega

25 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Las mujeres tenemos nombre, por más que intenten borrarlo, con violencias de todo tipo y desde distintos frentes, algunos que se dicen fuego amigo. La Macroencuesta de violencia contra las mujeres, publicada en 2020, pone de manifiesto las espeluznantes cifras de la violencia machista que sufren las mujeres por el hecho de ser mujeres. Refleja entre otras cosas que 1 de cada 2 mujeres de 16 o más años han sufrido violencia a lo largo de sus vidas. Y esta violencia puede ser de distinta índole: física, sexual, psicológica, económica, etc. En nuestro país una mujer es asesinada por su pareja o expareja cada 6 días, y se produce una violación cada 4 horas.

Desde 2003 han sido asesinadas 1117 mujeres en España, 29 de ellas en Asturias, a manos de sus parejas o exparejas. La pandemia por covid-19 lejos de mejorar la situación ha contribuido a empeorarla, no sólo porque las mujeres víctimas de violencia han convivido con sus maltratadores, sino porque las denuncias han experimentado un descenso de aproximadamente 10%, que no va parejo con el descenso real del número de casos de violencia, sino con las dificultades añadidas para que las víctimas denunciaran durante la crisis sanitaria. En realidad se estima que poco más del 20% de las mujeres que sufren violencia de género denuncia, y que la media de tiempo para tomar esa decisión es de algo más de 8 años.

A pesar de las mejoras y de los recursos destinados, un Pacto de Estado después y cuatro años de su vigencia, seguimos prácticamente donde estábamos, más de 50 mujeres asesinadas al año. Esto debe hacernos reflexionar, porque los feminicidios además son solo la punta de un iceberg, cuya parte sumergida es inmensa y acumula todas las violencias imaginables sobre las mujeres pero también sobre sus hijos/as y personas de su entorno. 

Violencia machista y desigualdad van de la mano y son directamente proporcionales; sólo invertiremos esta tendencia si somos capaces de reducir las dosis de desigualdad y discriminación hacia las mujeres, y para ello es crucial garantizar la independencia económica, la autonomía que facilite salir de esas situaciones de anulación que supone la violencia de género. Promover el empleo decente y de calidad, y las medidas previstas en la Ley integral de violencia 2004, como los contratos bonificados para víctimas que en 2020 han supuesto en toda España apenas 484, de los que el 71% además han tenido carácter temporal, por tanto precario.

También en el ámbito laboral incide el acoso sexual y por razón de sexo que sufren las mujeres. Se encuentra precisamente en trámite de ratificación el Convenio 190 OIT relativo a esta forma de violencia, para la cual apenas tenemos datos y ni siquiera actualizados. El último informe de la ITSS para 2019 señala que se realizaron apenas 451 actuaciones por acoso sexual en el trabajo, y 182 por acoso discriminatorio por razón de sexo. La realidad nos revela que apenas se denuncian estas situaciones, por razones diversas, como la falta de conciencia y sensibilización de lo que suponen, el miedo a represalias, la dificultad de prueba, etcétera. No cabe duda de que es este un campo a desarrollar en el que tenemos la obligación legal, las empresas y las representaciones legales de trabajadores/as, de velar por la prevención y detección de estas realidades, para atajarlas allí donde se produzcan.

Y por último la ciber violencia y discurso de odio en las RSS contra las mujeres, que afecta especialmente a las jóvenes, pero no sólo (según estudio Parlamento Europeo 2018, el 20% de las jóvenes en Europa han sufrido acoso sexual cibernético). Según recientes estudios, autodefinirse como feminista aumenta el riesgo de sufrir ciberacoso, y la red twitter se presenta como la más violenta. Casi el 99% de las mujeres con presencia en RSS ha sufrido al menos un tipo de violencia online, y 9 de cada 10 víctimas no denuncian.

Por tanto, parece que lejos de reducirse la violencia sobre las mujeres, las nuevas tecnologías y la digitalización se vuelven también en su contra, porque más allá de la vía elegida para ejercer violencia, el machismo estructural de nuestra sociedad que la provoca, se hace fuerte mientras no erradiquemos ese monstruo. Todas y todos estamos llamados a poner nuestro granito de arena, desde nuestros respectivos ámbitos y esferas de actuación, porque de lo contrario seremos cómplices. Y las consecuencias en términos de asesinatos, costes en salud, trabajo, economía, resultan inasumibles para una sociedad de progreso. En esto no sirve ponerse de perfil ni cabe la neutralidad, debemos dejar de poner el foco en ellas, y ponerlo en los agresores,  denunciar y aislarlos. La violencia sobre las mujeres la paramos juntos y juntas, el 25N y los 364 días restantes del año.

Carmen Escandón García es secretaria de Igualdad de UGT Asturias