Vacunar a los niños frente al covid, ¿alegría o preocupación?

José Luis Fernández Trisac PEDIATRA DEL SERVICIO DE PEDIATRÍA DEL CHUAC. MIEMBRO DEL COMITÉ ÉTICO DE INVESTIGACIÓN CON MEDICAMENTOS DE GALICIA

OPINIÓN

JOSE PARDO

27 nov 2021 . Actualizado a las 10:11 h.

Era una noticia previsible, cuestión de tiempo que se pudiese vacunar a los niños y niñas frente al coronavirus. Tras la autorización de la Agencia Europea del Medicamento de la utilización de la vacuna frente al SARS-CoV-2 con el preparado Comirnaty en niños y niñas de 5 a 11 años, las noticias y la información sobre esta nueva autorización están sucediéndose de forma rápida y exponencial. Hay opiniones de todo tipo y mensajes contradictorios.

Corresponde a las organizaciones internacionales adoptar medidas globales para combatir la pandemia, y a las nacionales y autonómicas proponer soluciones para nuestro entorno, y de eso hablaremos: de vacunar a los niños y niñas de nuestro entorno.

Resulta paradójico que las vacunas, hasta hace poco tiempo consideradas junto con el descubrimiento de los antibióticos parte de los mayores avances en medicina y salud de la historia de la humanidad, esas que han permitido a muchos países eliminar las infecciones de su primera causa de mortalidad, se vean ahora como elementos negativos y peligrosos para la salud por algunas personas. Al inicio de la pandemia, la inmensa mayoría de las personas pensábamos que sería una suerte contar pronto con una vacuna. La tecnología actual no es la del inicio del desarrollo de las vacunas, y se han podido acortar los tiempos gracias a la biotecnología y a la necesidad de un desarrollo precoz ante un problema de magnitud global con alta mortalidad. En un tiempo récord contamos con varias vacunas frente al mismo patógeno, todas han seguido un desarrollo científico y han demostrado seguridad y eficacia, con un claro beneficio frente al potencial riesgo.

Entendiendo que la población vacunada en nuestro medio es muy superior a la no vacunada, es fácil de entender que, aunque en números absolutos pueda parecerles a algunos que hay más problemas en los vacunados que en los no inmunizados, la realidad es que, en números relativos, dentro de la población que no accedió a la vacunación los problemas son mucho mayores.

Cuesta entender la preocupación que muestran muchas personas sobre la vacunación infantil. Esta población es la que proporcionalmente está más expuesta a vacunas, el calendario vacunal recomienda la administración de 30 vacunas desde el nacimiento hasta los 14 años, y los padres cumplen con dichas recomendaciones de una manera casi unánime. Muchas familias han hecho esfuerzos económicos para administrar algunas vacunas no financiadas, y en esos mismos padres se aprecia preocupación ante la posibilidad de vacunar a sus hijos frente al coronavirus. Una vez más, creo que la información contradictoria siembra dudas.

Los médicos y nuestras asociaciones profesionales tenemos que esforzarnos en posicionar información profesional de calidad en las publicaciones científicas y en la Red. La Asociación Española de Pediatría emitió un comunicado tras conocerse la aprobación de la vacuna, y el comité asesor de vacunas de nuestra sociedad recomienda la vacunación de todos los niños y niñas de 5 a 11 años en base a unos puntos que resumo a continuación: derecho a la protección individual, mantener espacios educativos seguros que permitan mejorar las relaciones interpersonales de los niños, participar en la inmunidad de grupo, disminuir la circulación del virus y no privar a esta población del beneficio del que ya gozan los mayores de 12 años (aunque los objetivos en términos de salud sean diferentes, en los niños pequeños la infección es generalmente bastante benigna, pero puede haber también con muy poca frecuencia serias complicaciones).

Todos estamos cansados, con datos de fatiga pandémica, con el virus todavía presente y mutando. Combatamos al microorganismo con la principal arma posible, la vacuna.

Creo que la noticia de vacunar a los niños y niñas frente a SARS-CoV-2 es motivo de alegría. La preocupación debe centrarse en proporcionar vacunas también a los países más desfavorecidos, para que podamos llegar a la alegría completa.