Glaucoma, más que presión intraocular

Francisco Gómez-Ulla de Irazazábal DIRECTOR MÉDICO DEL INSTITUTO OFTALMOLÓGICO GÓMEZ-ULLA

OPINIÓN

Oscar Vázquez

02 dic 2021 . Actualizado a las 08:57 h.

Doctor, ¿cuánto tengo de presión intraocular? Esta es una de las preguntas que con mucha frecuencia nos hacen en la consulta. Aunque el glaucoma se asocia generalmente con una presión intraocular alta, no siempre se da esta relación causa-efecto. En otras palabras, la presión intraocular es un factor de riesgo más que puede acabar produciendo un glaucoma, pero no el único. Por tanto, el glaucoma es mucho más que presión intraocular alta. De ahí que la pregunta correcta sería: doctor, ¿cómo está mi nervio óptico?

Hablamos de una de las principales causas de ceguera en las personas mayores de 60 años. Lo es porque, aunque puede producirse en todas las edades, es más común en adultos de esa edad. Es, por tanto, la población de riesgo que más alerta debe estar, ya que al glaucoma se le conoce también como «ceguera silenciosa» por su falta de síntomas en sus fases iniciales. Esto supone que la única forma de detectarlo es mediante una exploración oftalmológica completa en la que se determinará el estado de salud del nervio óptico y que permitirá detectar algunas situaciones de riesgo que puedan dañarlo.

No tratarlo a tiempo puede conducir a la pérdida total de visión, de ahí que incidamos tanto en la importancia del diagnóstico precoz para prevenir el daño irreversible que produce. Los oftalmólogos recomendamos realizar la primera exploración sobre los 40-45 años, para poder valorar la presencia de factores de riesgo de padecerlo. De no existir ninguno, con una revisión cada varios años podría ser suficiente para detectar algún cambio. Cuando hablamos de factores de riesgo nos referimos a tener en la familia antecedentes de glaucoma, ser pacientes con miopía elevada, con uveítis, con diabetes o tener pautados tratamientos generales con corticoides. En caso de estar presente alguno de estos factores, las revisiones deberían ser más frecuentes.

Y se preguntarán, una vez detectado, ¿qué? Es momento de evaluar el mejor tratamiento posible. Lo primero será reducir la tensión ocular. Para ello empleamos medicamentos en forma de colirios, cuya acción dura unas horas, de ahí que sea clave la constancia en la aplicación de las gotas. Otra opción podría ser la aplicación de láser selectivo para reducir la presión intraocular. En caso de no conseguir un descenso suficiente, recurrimos a diferentes técnicas quirúrgicas, desde las más modernas técnicas mínimamente invasivas a las cirugías filtrantes clásicas. Es importante que tengan siempre presente que existen muchos tipos de glaucoma y que el enfoque de cada caso debe ser siempre individualizado.