Ni tan mal ni lo siguiente

César Casal González
césar casal CORAZONADAS

OPINIÓN

CAPOTILLO

05 dic 2021 . Actualizado a las 10:08 h.

Esas expresiones son un castigo. Latiguillos con los que golpeamos el diccionario. Son primas hermanas de otras frases que se usan cada vez más como comodines y que arruinan las conversaciones. Esos horribles ya te digo o ya te vale que no se sabe muy bien qué intentan expresar. Pero lo de lo siguiente va camino de lacra lingüística. 

Es muy común oír, escuchar es otro nivel, cómo alguien intenta explicar algo y suelta, todo satisfecho, el mítico, eso no, lo siguiente. Lo utilizan para ahorrarse los adjetivos que no encuentran. Para quedar de coloquiales y enrollados. Y es un horror. Por ejemplo, el restaurante no era caro, es que era lo siguiente. O para, cómo no siendo españoles, igual que estoy haciendo yo ahora, referirse despectivamente a algo: no era un local malo, era lo siguiente.

¿Quedará todavía alguien en este país que sepa que la gama cromática del idioma que utilizamos permite emplear malo, peor y hasta pésimo sin tirar del espantoso lo siguiente como estribillo de vulgaridad?

Lo he escuchado mucho en las terrazas cuando alguien en otra mesa entretenía a su grupo, pero por su elevado tono de voz, también muy típico de estos personajes que maltratan el lenguaje, estaba hablando para todas las mesas de la terraza en la que estábamos y para las mesas de dos o tres terrazas cercanas.

Esa manera tan mesetaria de hacerse notar a golpe de decibelios. No lo decía en alto, lo gritaba en lo siguiente.

El problema es que estas contagiosas expresiones ponen en duda que vengamos de la civilización de la oratoria de Demóstenes, que, como saben, utilizó piedras en la boca para mejorar su dicción y superar así su tartamudez.

Estos los siguientes sí que se merecían que les llenasen la boca de piedras para que dejasen de lapidar el idioma. Ya te digo. Ya te vale. O aquella otra que hizo fortuna hasta entre gente formada y catedráticos que empezaban sus explicaciones con un esto es lo que tiene. Esto es lo que pasa. Esto es así. ¿Quién es esto?

A unos y a otros los sentaba a leer a Delibes con un diccionario al lado hasta que les saliesen los vocablos que desconocen por las orejas. Qué poco leemos a Delibes. Y cuánto seguimos a sujetos, sujetas y sujetes que no manejan más que cuatro o cinco verbos y dos o tres adjetivos.

Qué daño le estamos haciendo a los chavales con menos lengua en los colegios. Sin latín. Sin griego. Sin filosofía. Así los que sudan en los gimnasios no saben que esa palabra tiene una etimología preciosa. Viene del griego gymnos que significa desnudez, porque así, en pelotas, era cómo los griegos hacían deporte.

Pero da igual. Para qué aprender si lo siguiente va a ser que nos cargaremos la riqueza del diccionario, lo convertiremos en un desierto y volveremos a comunicarnos tirando de gestos, de emoticonos y de memes, que es lo que nos pone. Como contestar a cómo está uno con el ni tan mal. Ni tan mal, ¿qué?