Como el Hendrix que empuja a Miles Davis al borde del precipicio creativo que bautizó como Bitches Brew. Como los ojos tan abiertos que se puede saborear un trocito de alma tras el primer mordisco a una porción de chocolate con chile. Como ese término en otro idioma que se vierte por causalidad en una mesa para demostrar que sí, que es posible transformar ese pensamiento obstinado en una palabra que define perfectamente todo el rosario de matices que hasta ese preciso instante se habían negado a salir de tu cabeza. Como descubrir que a veces se puede hacer altísima literatura a base de pastiche y que el rosa y el rojo no siempre preceden a una patada.
Ahí está, un aleación impredecible de dos maneras de ver el mundo de ductilidad impredecible y tenacidad atemperada. La joven irreverente que ha forjado una voz propia a través de una pantalla y la señora que recuerda los caramelos de violeta de su abuelo y a la que no le ha importado lo más mínimo sacudirse los clichés conservadores de política retirada. Fogón contra fogón, rebañando en el bol y regalándose la masa quebrada. El tesón de una tarta que contra todo pronóstico, sale del horno y permanece intacta. Hay un talent show de pastelería que que viene a poner el toque dulce en el campo de batalla, aun a riesgo de rozar la pastelada, Celebrity bake off es capaz de hornear alianzas tan inesperadas como la de Esperanza Aguirre y Esty Quesada.