El alcalde de Madrid parecía que hacía bien las cosas, menos en el partido. En el PP eligió demasiado rápido entre papá Casado y mamá Ayuso. Aceptó en seguida convertirse en el mamporrero oficial de Pablo Casado. Y ahí lo tienen, metido en un lío orgánico del copón, con la posibilidad de tener que enfrentarse a mamá Ayuso en las elecciones por la presidencia del partido a nivel territorial. Feijoo es el presidente en Galicia. Ayuso podría no serlo en Madrid. No tiene mucho sentido. No creo que se deba al escaso éxito popular de Ayuso. Esas guerras internas han pasado factura a Génova en las encuestas y hacen feliz a Vox. Pero estas peleas y disgustos orgánicos eran una cuestión interna, aunque del lodo nos enteramos todos los españoles por el trabajo sucio de los fontaneros de Casado y de Ayuso, con Almeida en el medio.
Lo que ha hecho ahora Almeida es mucho más terrible y demuestra su desconocimiento absoluto de la figura literaria de Almudena Grandes. Almeida, que tenía pinta de buen gestor y político aseado, ha hecho público un razonamiento que provoca aquella náusea de Sartre. Dice Almeida que la monumental como las Ventas obra de Almudena no merece que la hagan hija predilecta de Madrid. El alcalde añade que ha tragado con esa decisión para aprovecharse de una debilidad de la izquierda y tener así sus votos. Dice que lo ha hecho por los 5.500 millones de euros de los presupuestos, la autora le da igual. Las novelas de Grandes, como las de Galdós, quedarán. Las declaraciones «mezquinas», como las ha calificado el viudo de la escritora, no.