Frenar a la ultraderecha

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

Alberto Ortega

03 ene 2022 . Actualizado a las 08:51 h.

Mientras el supuesto centro de Ciudadanos se desintegra, Vox se consolida como tercera fuerza política. Y subiendo. La única posibilidad de que Pablo Casado llegue a la Moncloa es con sus votos, lo que daría paso a un gobierno Francoenstein, parodiando el apelativo de Frankenstein que se aplica al de Sánchez. Es decir, con el apoyo de un partido al que en Alemania o Francia todos los demás ponen un cordón sanitario por considerarlo un peligro para la democracia. Caben dos preguntas, la primera es: ¿hay que frenar a la ultraderecha? Mi respuesta es un sí categórico. Abascal es un émulo, con sus particularidades, de Trump, Bolsonaro u Orban y en el poder llevaría a la práctica políticas similares, que podríamos calificar de iliberales, autoritarias, xenófobas, homófobas y despreciativas con los derechos fundamentales. De un partido como Vox que sitúa como uno de sus principales enemigos a los menores no acompañados está dicho todo. La segunda pregunta es: ¿cómo frenarla? En España hay dos casos de éxito en este cometido, pero de distinta naturaleza. El de Feijoo, que a través de la moderación ha erradicado a Vox de Galicia; y el de Ayuso, que ha parado su ascenso asumiendo sus formas y postulados. Pero hay otro factor decisivo: la izquierda está a la defensiva y no sabe responder al desafío que supone una ultraderecha que se apunta victorias en la llamada guerra cultural con un discurso tan simple como tremendamente eficaz y que conecta con el descontento de una parte de la sociedad. Lo explican Pablo Stefanoni en ¿La rebeldía se volvió de derechas? y Steven Forti en Extrema derecha 2.0. A estas alturas, es hora de saber lo que piensa y cómo actúa y tomarse muy en serio la amenaza que representa.