Incendios forestales, ni prevención ni extinción: represión

OPINIÓN

Incendio forestal
Incendio forestal Eloy Alonso | EFE

05 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay una película de terror americana que se llama La Purga. En resumen trata de que en Estados Unidos, en 2022, se implanta una dictadura que, un día al año, con el fin de reducir la población, sobre todo la de pobres, permite que los ciudadanos puedan cometer cualquier crimen con impunidad total, sin que se les castigue por ello. Grupos de ciudadanos se dedican ese día a ir por ahí matando gente sin techo, mientras que el resto debe atrincherarse en sus casas hasta que pase la masacre. Es el día de La Purga.

Algo parecido ocurre en Asturias los días de «seca» y viento sur que se dan en nuestra región, especialmente en época invernal. Un grupito de delincuentes muy reincidentes, sólo unos pocos centenares en toda Asturias, los de siempre, se dedican esos días a incendiar al atardecer cientos de montes (que son de todos) para intentar obtener, sin trabajar, cuatro hierbajos para su ganado mientras que las autoridades e instituciones, al más puro estilo del narcotráfico mexicano o colombiano, miran para otro lado. Y por demagogia, clientelismo y electoralismo barato, niegan la evidencia de lo que pasa y, desde luego, callan y no investigan casi nada. Barra libre para quemar y destruir.

El resto de los ciudadanos, como en la película de La Purga, se tienen que esconder en sus casas a tragar la pena y el humo y quitarse del medio para no ver nada y dejar la vía libre a esos envalentonados delincuentes, que luego se ríen desde las terrazas de los bares, con un cacharro en la mano, viendo como las llamaradas van destruyéndolo todo.

Así, todos los años. Unos 1.000 o 2.000 delitos de incendios forestales, que queman entre 100 y 200 millones de metros cuadrados de monte cada año (10.000 o 20.000 Has), con toda su vida asociada, de los que sólo se investigan unos pocos, con mínimas detenciones y muchas menos condenas. Seguramente no llegan al 1% los delitos de incendios forestales esclarecidos, la peor eficacia policial y judicial por tipos de delitos, que, en nuestra región suelen tener un porcentaje de esclarecimiento muy satisfactorio.

Por eso cuando los ciudadanos corrientes vemos todo eso sentimos impotencia, una absoluta indefensión y un gran rechazo hacia nuestras autoridades que no nos protegen de la delincuencia. Todo el mundo sabe cuando va a pasar y todos sabemos que nadie va a hacer casi nada por evitarlo. Es más, sabemos que el gobierno y muchos medios de comunicación van a intentar minimizarlo, taparlo e ignorar los grandes daños medioambientales y climáticos que eso supone. Dan ganas de organizarse y, como en los países que sufren otro tipo de oleadas de violencia ciudadana, movilizar unas brigadas vecinales de autodefensa, armadas de cámaras y palos, para vigilar y defender nuestros montes de los cabrones que los queman con la indiferencia institucional.

Y nos irrita especialmente cuando, para disimular, los políticos y gobernantes, o los propios medios, justifican los incendios con la meteorología, que si el viento, que si la sequía, la deficiencia de las políticas de prevención o la falta de medios para extinción. La solución al problema medioambiental, económico y social de los incendios forestales no tiene tanto que ver con esas circunstancias sino que, como la de cualquier tipo de delitos, debe pasar sobre todo por la investigación y la represión administrativa, policial y judicial. Por acabar con la sangrante impunidad de los delincuentes y con la dolorosa indefensión de los demás.

Sólo cuando haya dos o trescientos de incendiarios embargados de todos sus bienes y cumpliendo largos años de condena veremos el fin de este problema y podremos disfrutar de un medio ambiente y unos montes sanos.