Los demonios del Partido Popular

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

MONICA IRAGO

11 ene 2022 . Actualizado a las 09:40 h.

La riada de encuestas que inunda este país dice cosas sorprendentes. Por ejemplo, que el Partido Socialista tiene mejor imagen de gestor de la economía y el empleo que el Partido Popular. Nunca había ocurrido y entiendo que se debe atribuir a dos factores. Uno, la construcción del relato de la recuperación, en la que el aparato gubernamental es extraordinariamente eficaz: logra convencer a la gente de que la reconstrucción de la economía se hace con eficacia y «sin dejar a nadie atrás», al contrario de lo que hizo el gabinete Rajoy. El segundo, la falta de discurso económico del equipo de Casado, que se ocupa más de lanzar un mensaje negativo —«España está en quiebra»— que de dar a conocer sus propias alternativas. Y, si no se presentan alternativas, es natural que parte de la población piense que no existen. Es una situación delicada para el PP, cuya propaganda consiste en decir que están llamados a resolver la ruina causada por los socialistas. Si la gente no lo cree, el mensaje resulta inútil. Quizá sea la causa de que su crecimiento en intención de voto no se corresponda con el crecimiento de la insatisfacción social.

Las encuestas anuncian también un notable crecimiento del partido político Vox. Es un crecimiento lento, de décima a décima en cada sondeo que se publica, pero sostenido, y es de los pocos detalles en que coinciden prácticamente todos los sondeos, incluido el barómetro del CIS. Las consecuencias son importantes. La primera es que ese crecimiento humilla más a Podemos, el otro populismo, porque su caída solo se ve amortiguada por el tirón de Yolanda Díaz. La segunda es que Abascal, con un discurso muy discreto, le está robando votos a Casado, que habla todos los días y varias veces al día y sobre todos los asuntos que se plantean en el país. Supongo que los expertos del PP estarán examinando esta circunstancia, de la que se desprende una primera lección: no por tener una fuerte presencia mediática se garantiza el éxito político. La tercera es que, paso a paso y sondeo a sondeo, Vox se hace imprescindible para la formación de un gobierno conservador. Sin Vox o sin su apoyo, con los datos de que hoy se dispone, no resulta posible. Y la cuarta consecuencia es que se complica la estrategia electoral del PP.

Se complica esa estrategia porque no se sabe qué camino seguir. La situación es endiablada: si el discurso del PP se parece al de Vox, puede ocurrir que la gente prefiera el original. Si se distancia, puede ocurrir que la gente duramente conservadora prefiera la dureza de Abascal. Y algo más endiablado todavía: si se asienta la idea de que Vox y PP serán el mismo gobierno, el votante moderado puede buscar otro partido. Una prueba para un gran estadista. Haría falta un Núñez Feijoo, que consiguió que en Galicia Vox no existiera. Pero Feijoo solo hay uno y está donde está.