Las bofetadas al progresismo

OPINIÓN

MABEL RODRIGUEZ

10 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La captación del voto popular jamás suele ir acompañada de políticas que ayuden a las clases populares, y quienes más demuestran eso día tras día últimamente son los miembros de ese partido que hace comparecencias en el Europarlamento desde una tasca maloliente. Suele ir ligado este intento de captación de votos a momentos de bochorno provocados por la actitud de paleto con posibles que quienes buscan esos votos ejercen sobre su mal pagado y peor vivido objetivo, esto es, aquellos a los que quieren someter al despido libre, los sueldos de subsistencia y la vivienda imposible. Más imposible, se entiende.

El pasado viernes Macarena Olona publicó un vídeo con dos obreros de la construcción a los que aseguró que la izquierda caviar llama ignorantes, a lo que ellos respondieron que puede que lo sean pero que con Irene Montero no se harían una foto. Y luego una cosa muy extraña sobre si a los hombres nos dan miedo las tetas y algo de las feminazis. Eso sí, esta «bofetada al progresismo» venía con advertencia: es un vídeo solo para adultos, como los de Ginger Lynn.

Supongo que esto es esa ridiculez que algunos han dado en llamar «las batallas culturales», que no suelen ser batallas ni culturales, solo un castillo de naipes inflado de imaginación y delirios. Cuando leí los artículos sobre lo del Benidorm Fest me dio la impresión de que estaban escritos varios días antes del desenlace. Había que hacer encajar la realidad en un esquema a martillazos, y de ahí han surgido todas esas supuestas bofetadas al progresismo, en especial las que han visto en la candidata elegida por el jurado el apoyo popular y en el apoyo popular elitismo. Y de ahí, de esa idea sobre lo que somos los obreros, ha surgido el vídeo de Olona en Valladolid. Los obreros queremos tetas. Somos tontos de baba, los monitos de feria de opinólogos rojipardos y políticos en campaña. Somos como ese perro feo y con pocas luces pero tan simpático que se merece una galleta. O unas tetas. No un sueldo digno, no una vivienda, no. Jamás los supuestos materialistas apegados a la realidad del pueblo llano habían estado más alejados de lo material más allá de las tetas.

Como obrero de verdad he sufrido en mis carnes a la famosa izquierda caviar, pero eso no quiere decir que como reacción tenga que dejarme dar cacahuetes por políticos de ultraderecha. Como obrero, no admito ser más ignorante que quien está por encima de mí en la sociedad. No es que me ofenda esto, es que me cansa. Me agota ver a tanto desahogado hablando de nosotros como quien habla para otras personas sobre un niño delante de él. Es bochornoso.