Solteras con gato

OPINIÓN

María Pedreda

24 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

No tengo hijos ni los voy a tener. No es una decisión, no es algo que tuviera planeado. Surgió así. Uno va cumpliendo años y restando posibles, así que no hay mucho que puedas hacer al respecto. La vida es así. No es agradable, no es mi deseo, pero es lo que hay. 

Entre las obsesiones delirantes entre esos ultras que creen estar dando la batalla cultural, o las batallas culturales, o la fantasmada que toque, están los hijos. No los suyos o los de sus amigos, no: los hijos de quienes no tienen hijos, sin importar razones. Da igual que las políticas que persiguen estén destinadas a precarizar el empleo, privatizar la sanidad y eliminar la educación pública, están muy preocupados por el hecho incontestable de que cada vez tenemos menos hijos. Tienes menos hijos y luego hay menos gente a la que explotar laboralmente de adulta, y eso no se puede permitir. Lo de tener que ponerse a trabajar de verdad, digo. 

En cualquier caso, esta obsesión alcanza altas cotas de vergüenza ajena cuando entramos en el mundo incel, el brazo armado de los fachas bien vestidos, la mano de obra, por así decir. El odio se transforma a veces en una caricatura grotesca, como la visión que tienen estos héroes de la libertad sobre las mujeres solteras que viven con un gato. 

Ayer vi una gráfica que mostraba que en el Reino Unido el voto a la izquierda de las mujeres se ha disparado. Luego vi otra en la que se veía claramente que eso también está sucediendo en España. Al parecer es algo generalizado, ya ves tú. Cómo puede suceder eso, si hay hombres blancos, y probablemente vírgenes, disponibles para hacerles entrar en razón y que abandonen sus gatos en una gasolinera. 

Puede parecer una reflexión tonta, pero es que ese ideario, ese fascismo posmoderno, esas ideas sobre mujeres feministas amargadas que viven con un gato porque nadie soportaría vivir con ellas, tiene más de 50 diputados en el Congreso y docenas de opinólogos afines que viven de decir estas cosas o dejar que otros las digan cuando tocan la campanilla. Esto es solo la puntita.

Realmente nadie sabe qué lleva a cada una de las personas solteras sin hijos a no tener hijos. Sospecho que es un cúmulo de circunstancias y la posibilidad de elegir, y que quizá Netflix y los gatos tienen poco que ver. Convendrán conmigo en que es preferible estar soltera, tener un gato y votar a la izquierda que andar pariendo para un cretino. Y que las batallas elegidas por el extremo centro son propias de bufones involuntarios a pesar de las consecuencias y de que ese pensamiento misógino sobre mujeres con gato no puede desligarse del resto de pensamientos de esta gente que al final es sólo uno, y uno es el quieren que tengamos todos, el suyo. Por mi parte, hace un par de meses que comparto piso con una gata, así que soy un enemigo del pueblo a pesar de ser blanco y español. Ni tan mal.