En toda Ucrania hay ejemplos como este tomado ayer en Járkov de la diplomacia que practica Putin, la vida arrasada por sus bombas. La diplomacia que se gasta Putin —mientras se habla de corredores humanitarios, él dice que su «tarea» marcha «según lo previsto»— la está viendo el mundo entero, o casi, porque en Podemos no terminan de verla. Se puede mirar para otro lado, dejando que Putin llegue hasta la cocina de Kiev y, si se lo propone, hasta la de Madrid, o poner los medios para intentar frenarlo. Pero para Podemos, poner los medios es «contribuir a la escalada bélica que puede llevar a un escenario incierto de conflicto mundial». Como si ya no estuviera el mundo en ese punto. Ione Belarra, Irene Montero y Pablo Echenique sacan brillo a su paloma de la paz mientras Vladimir Putin muestra su extraordinaria capacidad negociadora asesinando a personas indefensas. Y que no se les ocurra defenderse. Estos pacifistas son la bomba.