Palabras de Feijoo (Primera parte)

OPINIÓN

Alberto Núñez Feijoo, candidato a la presidencia del PP
Alberto Núñez Feijoo, candidato a la presidencia del PP Miguel Villar

13 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Si el poder es objetivamente relación, conflicto, tensión, el drama es la forma artística caracterizada precisamente por la tensión y el conflicto de unos personajes impulsados por la pasión.

Un buen jurista trata siempre, antes de asumir una decisión importante aplicando normas, que los hechos o los presupuestos estén acreditados; que no halla duda sobre ellos. Por eso, fui partidario de eso que los británicos o asimilados, pragmáticos y empiristas, llaman «The fact is», es decir, «el hecho es». No fue casual mi admiración por ese vienés, Karl Popper, autor de ese monumento que es el libro La sociedad abierta y sus enemigos; un Popper que vivió tantos años en Kenley, en el condado de Surrey, al sur de Londres, y que a Guy Sorman, en el lejano 5 de junio de 1988, en el periódico La Vanguardia, le dijo: «El filósofo, el intelectual no ha de ser el que busca la verdad sino el que aparta del error». Y si a la filosofía latina, especialmente a la francesa, gustó el barullo y lo ratonero de las letras, la filosofía anglosajona prefirió la exactitud de hechos y los números. 

Lo que parece esencial para el mundo jurídico, también llamado «el reino de la justicia», no lo es, de ninguna manera, para el mundo político, que mejor sería calificar de «mundanal político», pues la política es el reino de la duda y de lo incierto, porque el «poder», su búsqueda y ejercicio, que es anhelo de los políticos, se quiere escondido, oculto, se tapa, gusta de los fantasmas y de lo fantasmal, y como de la magia. Cuando se junta lo jurídico con lo político, como en el oscuro caso, aún no aclarada la matanza del 11 de marzo de 2004, el resultado es el bodrio: bodrio de lo jurídico y bodrio de lo político (bodrio de la Sentencia del año 2007 sobre el 11 M). 

La política, como escribió un literato español ahora muy silenciado «es el yo en estado puro, el más obsceno ejercicio del yo»; es la «voluntad de poder» de Nietzsche. Por eso, en lo político, se ha de opinar siempre, no sabiendo con exactitud qué hechos ocurrieron, donde está la verdad de lo acaecido, y si para opinar hubiera que tener la certeza de los hechos, el callarse y el silencio, serían la consecuencia; eso es imposible. La política y sus debates son verborrea, un llenar páginas; son charlatanería a cargo de políticos y de comentaristas políticos. Vale la bulla y cualquier cosa menos el silencio; de ello vienen las majaderías que se pueden leer en los periódicos y que se pueden escuchar en las radios y televisiones. Y escrito sea todo lo anterior por este escritor, sin que se piense en un disfavor o menosprecio de la Política (esta vez con mayúscula), pues se interesó tanto que hasta se examinó de ella, y después de haberla estudiado en libros gruesos. 

Hace días nos enteramos de que a primeros de abril será otra la persona la que ejercerá las funciones de presidente nacional del Partido Popular. Tal mutación o descalabro político (la caída de Casado) -se dijo- fue porque éste había tratado acabar, empleando muy malas «artes» o técnicas, con ayuda de espías y demás gentuza, con la exitosa «carrera» de su rival, la presidenta de la Comunidad de Madrid. Ante eso, unos, los bien pensantes, dijeron que tal despropósito, desvergonzado, exigía un castigo muy duro, la patada, el tener que dejar la Presidencia del Partido.

Ante lo mismo, otros, los mal pensantes, recordaron que ya hace meses se oyó lo de que con Casado en la cabeza del PP, el doctor en Economía por la Universidad Camilo J. Cela, Pedro Sánchez, podría permanecer muy tranquilo. Al oír eso, muchos «se pusieron en lo peor» -yo también- a la espera de un «golpe» en el Partido Conservador, lo que, inevitablemente, se produjo en los meses de febrero y marzo de 2022. Es indudable que lo que hizo Casado estuvo feo, pero el arrebato tan drástico y conducente a la mutación en la Presidencia del PP, fue muy llamativo y sospechoso, un arrebate colectivo, siendo normal, que el propio afectado (Casado) siga sin entender por qué le pegaron la patada.

La hipocresía, tan sustancial en la vida social -y digo social pues para que haya hipocresía son necesarias, al menos, dos personas-, no basta para explicar lo ocurrido; algunos dentro de los mal pensantes y maquiavélicos, acudieron, para explicar lo ocurrido, a conspiraciones, unas siniestras y otras divertidas. Por ejemplo se llegó a decir que en la conspiración que llevará, dentro de días, a Núñez Feijoo a la cabeza del Partido Popular, confluyeron los que concluyeron que con Casado no habría jamás Moncloa, lo que era disgusto de populares y de socialistas incluso, muy enemigos de Pedro Sánchez, con feroces ganas de «cargárselo», cuya victoria en el XXXIX Congreso del PSOE (2017), siguen sin olvidar simuladamente, esperando su caída total, facilitada con del cambio en el Partido Popular.

Y quedan ya los últimos, que ya no son mal pensantes ni partidarios de explicaciones a base de conspiraciones. Son los que no creen ni en la política ni en su drama; son como los ateos en religión, que no dejan de proclamar lo que en su día, a principios de la Transición, predicó el cineasta Carlos Saura: «Todo es una farsa». 

Mucho ya se ha escrito y más se escribirá del futuro presidente, Núñez F., el cual llegará a La Moncloa, a pesar de fotos comprometedoras; otro gallego, continuando la retahíla de gallegos, de lo que ya algunos están ya cansados. Este personaje, es natural, ha dicho ya muchas cosas, escogiendo entre ellas las siguientes: A y B.

A.-  Entre las primeras, están las siguientes palabras que aparecen en la página web de un diario madrileño el martes último:

«Ni Pedro Sánchez ni su partido están para exigir nada sobre los pactos (con Vox), cuando tiene como aliados a los populistas, los nacionalistas, los independentistas y a Bildu».

B.- Entre las segundas, las que me disgustan, están las siguientes palabras pronunciadas por Feijoo en nombre del Rey de España, en la Catedral de Santiago, en la mañana del 30 de diciembre de 2020, con ocasión de la segunda Ofrenda (la primera fue el 25 de julio) en la Fiesta de la Traslación, desde Jaffa, hoy Israel, a Íria Flavia, hoy España, del Apóstol Santiago. Las palabras, en referencia a la Monarquía, pronunciadas al principio de la Ofrenda, fueron las siguientes:

«Representar en esta ceremonia a su Majestad el Rey Felipe VI es un motivo para subrayar el imprescindible papel unificador de la Corona de España reconocido por la Constitución como Monarquía parlamentaria». Y añadió: «Institución constitucional, refrendada por el pueblo que encarna la permanencia y armonía as de la nación».

Todas las combinaciones son posibles. Unos gustarán de la A y  otros de la B, o al revés; otros lamentarán ambas (A y B). ¿Qué opina usted lector o lectora, que son los importantes? Lo que yo opine, que es accesorio, lo contaré la semana próxima, en una segunda parte.