¿Y encima hay que cerrar la calefacción?

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

JULIEN WARNAND | Efe

11 mar 2022 . Actualizado a las 09:22 h.

Si fusionáramos los discursos de Pedro Sánchez y Josep Borrell, llegaríamos a unas conclusiones perturbadoras. Los españoles, como europeos, seríamos responsables de que Rusia invada Ucrania por haber disfrutado irresponsablemente de nuestro bienestar sin tener en cuenta que era Putin quien cobraba las facturas del gas de nuestras calefacciones y barbacoas. Y, además, ninguno de los males de la economía española desde que Sánchez llegó al poder es responsabilidad de este Gobierno, porque Putin lleva años maquinando para fastidiarnos. La «única responsabilidad» de que mucho antes de la invasión la inflación española estuviera en el 6 % es del pérfido Putin. Por tanto, ¿a mí qué me cuentan? ¿Que responsabilidad tengo yo?, nos dice Sánchez.

Por si fuera poco, no tenemos derecho a pedirle al Gobierno que nos ayude ante el alza imparable de los precios. Al contrario, somos los ciudadanos los que, para impedir que el país colapse, tendremos que apagar la calefacción y comer más fruta, si podemos pagarla, en lugar de calentar las pizzas en el horno. Es difícil que la solución ideada por el docto Borrell sea efectiva, porque pedirles que apaguen la calefacción a quienes ni siquiera se pueden permitir el lujo de encenderla al precio que tiene, más que un consejo o una petición de Estado supone un insulto.

Borrell es un hombre inteligente, pero con una acusada tendencia a la prepotencia, que acostumbra a venirse arriba cuando se siente aplaudido. Su discurso advirtiendo de que «no olvidaremos a los que no estén de nuestro lado» fue brillante. Pero su petición de que apaguemos la calefacción, acompañada del gesto gráfico de bajar el termostato, como si hablara con niños, estuvo completamente fuera de lugar.

Lo de Sánchez es otra cosa. No tiene ni de lejos la inteligencia de Borrell, pero tampoco su capacidad de enredarse y acabar malogrando sus discursos. Lo suyo es faltar a la verdad con aplomo y no moverse ya de esa posición. De modo que, hasta que lleguen las elecciones, solo nos va a quedar tomar un chupito cada vez que, cuando alguien le pida cuentas, Sánchez nos mente a Putin.