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OPINIÓN

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, junto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este sábado, en la Moncloa.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, junto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este sábado, en la Moncloa. JUAN MEDINA

18 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La verdad es que los tiempos en los que vivimos se hace cada vez más difícil hacer una mínima previsión a corto plazo. Si al comienzo de año tanto el Estado o nuestra comunidad autónoma tenían sus presupuestos aprobados con los que afrontar este 2022, de repente un acontecimiento con repercusión mundial como es la invasión rusa a Ucrania ha desmadrado muchos planes. No es poca cosa, porque en las cuentas públicas figura toda una declaración de intenciones con su dotación económica para mejorar la vida de la ciudadanía. ¿Podemos decir que ya son papel mojado? No me atrevería a pronosticar eso, pero está claro que los números necesitarán un retoque serio. Entre otras cosas, es urgente encontrar la manera de abaratar el precio de la factura de la luz y más si no dependemos directamente del gas de Putin, y espero que triunfe la propuesta realizada por el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Es tal la velocidad con la que cambian las cosas que el 33 Congreso de la FSA que empieza hoy tiene que aprobar una ponencia marco con unas enmiendas realizadas y discutidas en las agrupaciones locales en la que había otra situación. La crisis económica y social ya estaba, pero la euforia por la llegada de fondos europeos con los que reactivar nuestras vidas ahora se ven desplazados por los efectos de Ucrania. Es tan cambiante todo que parece que la oficialidad de la llingua asturiana, que tantos ríos de tinta tuvo, ahora ha quedado aparcado tras haber sido imposible llegar a 27 diputados para reformar el Estatuto de Autonomía. La verdad es que si cien días es todo tan volátil, no nos imaginemos entonces lo difícil que es redactar en estos tiempos un programa electoral sin poder saber qué va a pasar en un breve periodo de tiempo.

El PP del «moderado» Feijóo, que ayer visitó Oviedo/Uviéu, sigue en su empeño de dar pasos atrás. Ha sido lamentable escuchar al consejero de Educación de la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio, negando los informes de organizaciones como Cáritas que alertan que con la crisis de la COVID-19 las desigualdades siguen creciendo. Quizás para la derecha hay un grupo de personas que por afición y por gusto quieren vivir de las ayudas sociales (discursos de este tipo merecen la reprobación más absoluta), pero creo que no puede tomar decisiones alguien que no está al día de lo que acontece. Muchísimas personas tienen que recurrir a la ayuda de las instituciones para poder salir adelante, y hay que destacar que la pobreza no solamente es la que vemos (la de personas que piden dinero por la calle), sino que hay una parte invisible que un dirigente político no puede negar (y frivolizar delante de un atril que no ve a su alrededor a nadie que pase hambre). También ha sido bochornosa la reflexión del Consejero de Salud de la Junta de Andalucía al reconocer en una rueda de prensa que le parece más correcto hablar de violencia intrafamiliar a utilizar el de violencia machista (supone retroceder muchos años atrás). Lo evidente es que la nueva etapa del presidente de la Xunta al mando de Génova está en total sintonía con la ultraderecha, algo en lo que el todavía presidente, el señor Pablo Casado, no había llegado tan lejos.