Diversos acontecimientos del ancho belicoso mundo y presiones sátrapas intolerables de vecinos no democráticos parece que logran momentáneamente el sinsentido de negar por algunos políticos inconsistentes el derecho a la independencia del pueblo saharaui. Hace muchos años, vivía todavía el dictador, me comprometí con la Autodeterminación del Sahara Occidental de acuerdo con las resoluciones de Naciones Unidas, que todavía no se ha producido, ONU dixit. El respeto a la legalidad internacional es más necesario en este preciso momento en que el dictador ruso, que, con su aberrante guerra invasora de Ucrania incumple flagrantemente todas las normas del derecho.
Fue vergonzoso el trato que los saharauis recibieron del Gobierno español que una semana antes de la muerte de Franco les vendió en los llamados Acuerdos de Madrid condenándoles a un exilio en el que han dado heroicas pruebas de valor, clarividencia internacionalista y cohesión independentista, como he tenido ocasión de constatar personalmente. Tampoco puedo olvidar, como observador que también fui en un juicio militar en Rabat, el comportamiento represor del régimen marroquí hacia la juventud saharaui en la vista oral de un proceso vergonzoso sin ningún miramiento hacia las garantías del Derecho.
Durante estos años he vivido a mi vez en diversos regímenes y, ya en democracia, bajo diferentes gobiernos, en algunas ocasiones próximos o, incluso, muy próximos, pero invariablemente sigo con mi lealtad, en los diversos cargos ocupados, a esa lucha desigual y admirable del Frente Polisario, que estoy seguro, terminará venciendo. Es cuestión fundamental de Derechos Humanos. La Asociación Española de Amigos del Sahara, o del pueblo saharaui, se fundó en Oviedo y me siento orgulloso de su permanente solidaridad y de sus impolutos comunicados y llamamientos.