Inolvidables

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

XOAN A. SOLER

09 abr 2022 . Actualizado a las 10:06 h.

Hubo una noche extraña que se instaló para siempre en mi memoria. Me acuerdo de otras, por supuesto, pero lo verdaderamente raro es que reviva aquella con pasmosa nitidez. Tenía unos quince años, quizá ya dieciséis, y un examen de Filosofía al día siguiente. No había estudiado. Ya entonces dejaba todo para última hora. Repasaba hasta las tantas o me levantaba pronto, según supiera o no cuánto tiempo iba a necesitar. Como tampoco recordaba gran cosa de las explicaciones de clase, me quedé por la noche con intención de memorizar las teorías de los presocráticos sobre el mundo. Pronto advertí que me resultaba imposible retener todo aquello sin entenderlo. Me dispuse a una trabajosa relectura y ocurrió algo: una especie de levedad extremadamente placentera, la alegría de comprender. Estaba pensando. Claro que había pensado antes, pero no así, quieto y concentrado, manejando abstracciones viejísimas, de seis siglos antes de Cristo, que se me hacían interesantes y novedosas: Parménides de Elea, Heráclito de Éfeso, Tales de Mileto o Pitágoras desplegaban concepciones antagónicas del universo y todas me parecían verosímiles y atractivas hasta que alguien las refutaba. Pasé horas en silencio completo, disfrutando. Supongo que hice un buen examen. No sé. Lo inolvidable fue aquel gozo de pensar por mi cuenta, de abstraer, que luego me ayudó a divertirme con una materia que se me atragantaba: Matemáticas.

Hay quien dice que en bachillerato no tienen madurez bastante para estudiar Filosofía. Entiendo sus argumentos. A esas edades la capacidad para el pensamiento abstracto es limitada. Pero en aquella noche de conversación los presocráticos me abrieron el camino a la libertad.

@pacosanchez