Contra el pensamiento único

Roberto Porras de Arriba

OPINIÓN

Aspecto de la fachada sur del Hospital de Cabueñes una de estas últimas noches
Aspecto de la fachada sur del Hospital de Cabueñes una de estas últimas noches CSI Sanidad

10 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En los últimos años se ha instalado un pensamiento único que plantea cualquier cuestión social y económica como inevitable. Así se asume que cualquier inversión privada es buena y que los Ayuntamientos y los gobiernos tienen que favorecerlas. Da igual que negocien con nuestros derechos como la sanidad, construyan armas que se utilizan en guerras o precaricen las relaciones laborales hasta límites difícilmente asumibles. Así damos la bienvenida a proyectos de hospitales privados que parasitan la sanidad pública, encargos de armamentos que crean dramas humanos o gigantes logísticos que van a dar la puntilla al pequeño comercio. Para esta inevitabilidad es central el empleo como justificante de cualquier situación. Da igual la contaminación, la precariedad o las desigualdades que generen esas actividades, si algo genera empleo es venerado.

Otra de las ideas inevitables es la crítica a los impuestos y los servicios públicos. Se cuestiona la existencia de los mismos sobre todo los que gravan la riqueza individual, como el de patrimonio o sucesiones, mucho menos los más desiguales como el IVA. Se va borrando la idea de que los impuestos son uno de los pocos elementos que pueden redistribuir la riqueza de un país y se califican como injustos y como generadores de pobreza ocultando los servicios públicos que sostienen.

Terminar señalando la idea inevitable de que las personas no podemos participar en la toma de decisiones sobre las cuestiones que nos afectan, lo más que podemos hacer es depositar nuestro voto en una urna cada cuatro años y acomodarnos en nuestra butaca viendo como el partido de turno va gestionando nuestra vida y decide sobre todo lo que nos afecta. Si permutan los espacios públicos de tu barrio para construir un hospital privado, si quieren construir viviendas sin necesitarlas en los terrenos que quedan libres después de tirar una estación de tren para reactivar la económica o si los precios suben sin parar y no puedes hacer frente al pago de la luz o de tu casa, no puedes hacer nada. Solo esperar que los Ayuntamientos y Gobiernos acierten alguna vez.

¡¡Ay¡¡ de las personas que plantean un pensamiento diferente y la viabilidad de otras formas económicas y sociales.

Las que creen que los Ayuntamientos y los Gobiernos deben servir para defender lo público para promover lo común y generar riqueza que revierta en todas las personas.

Las que son capaces de ir más allá de los empleos señalados, apuntando los problemas, la precariedad y la desigualdad de muchas de las actividades que se santifican como generadoras de empleo.

Las que reconocen los impuestos como una herramienta de redistribución de la riqueza y la única que puede sostener los servicios públicos que permiten que la mayoría de personas tengamos acceso a la sanidad o a la educación y que son capaces de cuestionar que estén sostenidos por las clases trabajadoras y no por las personas y sociedades que más tienen.

Las que creen que se puede participar en la toma de decisiones de las cuestiones que nos afectan todos los días del año y no solo cada cuatro años y que se debe exigir a las instituciones que se abran esos procesos de información, dialogo y toma de decisiones en las cuestiones que afectan la vida cotidiana de las personas. Las que se organizan para reclamar más derechos y una vida mejor para todas y no solo privilegios para unas pocas.

¡¡Ay¡¡ de esas personas si públicamente cuestionan el pensamiento único. No habrá el mínimo debate de ideas o la búsqueda de puntos en común para construir algo distinto. Solo la descalificación personal y el insulto en la idea inevitable de que el que piensa distinto está equivocado y es el enemigo.