Luis Enrique y las cloacas del fútbol

Fernando Hidalgo Urizar
Fernando Hidalgo EL DERBI

OPINIÓN

CARL RECINE | REUTERS

25 may 2022 . Actualizado a las 17:23 h.

Luis Enrique, seleccionador español de fútbol, ha entrado al trapo de la polémica que envuelve a su presidente en la Federación Española de Fútbol: «Prácticamente es imposible vivir alejado del apaleamiento público que se le está haciendo al presidente. Desde aquí quiero mostrarle mi confianza y la de todo el staff de la selección española. Como asambleísta puedo confirmar que la RFEF tiene los máximos estándares de transparencia. Creo que hay una gestión espectacular de la federación. A partir de ahí hay intereses que se me escapan. Ese apaleamiento público tan exagerado no tiene ningún sentido».

No sorprende esta condescendencia del entrenador con su presidente, sobre el que han aparecido informaciones que, indiciariamente, le sitúan al borde de cometer delitos, como es el caso de cobrar una ayuda para la vivienda sin cumplir los requisitos o viajar a costa de la federación en un posible desplazamiento privado. Sin olvidarnos de Arabia Saudí y la comisión de Piqué, sus grabaciones a ministros y las conversaciones archivadas hasta con el presidente del Gobierno.

Y no sorprende porque ha sido una característica del fútbol español, que ha formado una especie de casta que se autoprotege de los ataques que desde el rigor en la gestión se puedan hacer contra un fútbol podrido. Así se entiende lo que pasaba en su día con Jesús Gil o más cercanamente con el propio Lendoiro, a quien algunos ilustres del mundo del balón blanqueaban porque era «un hombre del fútbol».

En otros países, las revelaciones realizadas por El Confidencial habrían puesto a las puertas de la calle al dirigente de turno, pero aquí está costando que desde el Estado se mueva ficha. De hecho, solo han reaccionado cuando se descubrió que Rubiales ha pisado los callos de ministros y de hasta el presidente del Gobierno.

A Luis Enrique le preocupa que se apalee a su presidente, quien le paga con generosidad futbolística unos cuantos millones de euros (con dinero de la federación, claro está) y no que el presidente pueda estar usando el fútbol en su propio beneficio. ¿No sería lo normal que el seleccionador, en aras de la transparencia y de la legalidad, exigiera luz y taquígrafos sobre todo lo que ha rodeado al contrato con los árabes y la mediación de Piqué? ¿Por qué dice que se está siendo injusto con Rubiales y que este practica la transparencia cuando si algo ha quedado demostrado es la trastienda oscura que orbita alrededor del dirigente?

El fútbol español no tendrá arreglo nunca si desde dentro del propio fútbol no se exigen responsabilidades, ni se pide a los directivos actuaciones ejemplares. Y tampoco lo tendrá mientras desde los gobiernos de turno se actúe con una tibieza vergonzante y se permita que una entidad, como la Federación Española de Fútbol, sea gobernada con prácticas si no mafiosas, sí contrarias a la decencia y a una ética alejada de las cloacas que, lamentablemente, siguen reinando.