Luis Enrique, sota, caballo y rey

OPINIÓN

DENIS BALIBOUSE | REUTERS

11 jun 2022 . Actualizado a las 10:28 h.

En menos de 24 horas, y en contextos distintos, a Rafa Nadal y a Luis Enrique les preguntaron si tenían dudas. «Si uno no tiene dudas es un profundo arrogante», reflexionó el tenista. «Dudas no tengo», apuntó el entrenador. Son maneras distintas de enfocar el deporte.

Ungido de esa seguridad, el seleccionador se conduce con poca gracia y escasa diplomacia, sin término medio. Es como apostar todas las fichas al mismo número, todo muy febril e intenso, pero a menudo con la sensación de que el equipo bracea mucho y le cuesta moverse hacia delante.

En la primera parte el colectivo de Luis Enrique sacó provecho de una de las virtudes de esa manera de encarar los partidos a partir de la presión. Un robo de balón junto al vértice del área propició el gol de Sarabia. Suiza no varió su plan, siguió esperando. Y, sin espacios para correr, España volvió a ser un equipo plano. Solo trenzó una jugada meritoria, malograda por Sarabia.

Tras el intermedio no cambiaron mucho las cosas. Los helvéticos adelantaron líneas, si bien el conjunto español siguió siendo un equipo muy romo, muy previsible. Porque esta selección de Luis Enrique es muy de sota, caballo y rey, nada camaleónica. Fue cambiando piezas, pero no la disposición, ni siquiera en el cambio de un Morata que se fue extenuado para dejar su sitio en la punta de ataque a Marco Asensio.

Al menos en esta ocasión España parecía tener controlado el partido atrás, sin concesiones, sin pasar apuros, sin regalar metros a la espalda de la defensa. Hasta que faltando cinco minutos un par de balones largos bastaron para sembrar el miedo. Uno casi se lo comió Unai Simón, con una salida osada y mal calibrada. En el otro midió mal Diego Llorente. El rival no estuvo fino. Y el último tiro fue local. Milagrosamente, no cogió puerta.

Luis Enrique tiene las ideas muy claras. En su cabeza no hay dudas. En cambio el equipo no acaba de transmitir seguridad. Ni ataca bien ni defiende bien, aunque compite y va sumando. Pero le acompañan más las matemáticas que las sensaciones.