Ana Blanco

Cristina Gufé ESCRITORA Y LICENCIADA EN FILOSOFÍA Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

OPINIÓN

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21 jun 2022 . Actualizado a las 09:15 h.

La mayoría de los que vivimos en España sabemos quién es Ana Blanco. Lleva años presentando las noticias de la cadena pública de televisión y forma parte de la sobremesa de nuestras casas como si fuese de la familia.

Es considerada una de las mejores profesionales de la comunicación y no resulta extraño. Algunos estaríamos de acuerdo en afirmar que parece una persona de otro mundo. Puede informarnos de lo más duro y escalofriante sin que se desbarate un pelo de su invariable peinado, en consonancia con sus habituales pendientes largos, un reloj escueto, la casi inexistencia de abalorios de uno u otro tipo y una elegancia «a prueba de bombas» que roza lo sobrenatural, ya que decir que muestra naturalidad sería insuficiente. Al igual que otros profesionales que alcanzan la excelencia, muestra lo que hace como si no le costara el menor esfuerzo porque ha nacido para eso.

En la universidad estudió Pedagogía. Los pedagogos enseñan y aprenden de qué modo se puede ejercer mejor. Las casualidades que, según ella misma cuenta, la llevaron a la comunicación, quizá no lo fueron tanto, porque está educando mientras presenta telediarios o hace entrevistas. Aprendemos tacto, sencillez, estilo. Sobre todo, ella es de esos seres humanos que sin pretenderlo nos permite sospechar que, por muy grave y conmovedora que sea la noticia, no hemos de desesperarnos porque este mundo y nuestra presencia en él es un tránsito pasajero por el que solo caminamos de puntillas, ya que todo podría desaparecer en un instante, pero que ni en el peor de los casos deberíamos perder la calma al estar garantizado el conjunto. Lo presente y lo ausente, lo conocido junto con lo inexplicable, permanecen al acecho de un oculto mecanismo que poseemos para acercarnos a la súbita comprensión.

Por mucho que la observes o intentes escudriñar el misterio que esta mujer oculta, no lo vas a descifrar. Su sola presencia trasciende el día a día, y nos acerca lo desconocido, hacia donde todos nos encaminamos día a día.