¿Democracia, cloacas del estado, corrupción o dictadura encubierta?

OPINIÓN

El excomisario de la Policía Nacional, José Manuel Villarejo.
El excomisario de la Policía Nacional, José Manuel Villarejo.

07 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Estamos asistiendo al colofón de algo que ya conocíamos, pero por si hubiera alguna duda, el último escándalo que se acaba de producir con la publicación de los audios entre Ferreras y el excomisario de la vieja policía política Villarejo, están dando la vuelta al mundo para vergüenza de nuestro país y de nuestra «democracia».

Algunos pensarán que vuelven los fantasmas del pasado, como cuando se fabricaban pruebas falsas para encarcelar o detener a los luchadores contra la dictadura franquista; pero la realidad es que nunca se han ido.

El objetivo y los métodos siguen siendo un calco de lo ya vivido, la destrucción de dirigentes políticos y organizaciones como Podemos y otras fuerzas catalanas y vascas con representación parlamentaria que son incómodas para los grandes poderes constituidos en torno a la corrupción. Ellos no van a permitir jamás ni un estado de bienestar, ni una democracia plena que libere a los oprimidos de tanta represión y explotación para no poner en riesgo su inmenso volumen de beneficios, aunque buena parte de ellos los consigan de forma ilícita.

Las conversaciones en los audios entre Ferreras y Villarejo son el ejemplo más claro para ver el contubernio de alianzas mediáticas, policiales, judiciales y políticas, para desmontar cualquier alternativa que intente saltar la valla del neoliberalismo.

Es evidente que no podemos considerar que todos los medios de comunicación, ni los profesionales del periodismo formen parte de las cloacas mediáticas y la prueba es que algunos medios importantes y periodistas se han desmarcado ya de este tipo de periodismo carroñero, porque consideran que pone en riesgo el futuro de la información y la honestidad de los profesionales que realizan con rigor su trabajo profesional.

Debería de existir algún tipo de medida penal para los «medios y profesionales» que utilizan la información basada en montajes informativos y bulos difundiéndolos a toda la opinión pública generando un estado de opinión social basada no solo en el engaño, si no en una auténtica estafa informativa. Eso tendría que ser penalizado como delito para erradicar este tipo de conductas que tienen como finalidad destruir organizaciones, colectivos y personas conscientemente.

No me voy a extender en una lista de nombres de periodistas y medios que difunden sistemáticamente noticias tendenciosas, peores que un arma de destrucción masiva, que los hay. Pero ateniéndome a los últimos audios que desvelan la trama, lo de Ferreras  en La Sexta e Inda en Ok Diario comprando informaciones falsas a corruptos como Villarejo, personaje protegido por el PP, como desvelan las escuchas públicas, deberían ser investigadas de oficio y personajes así tendrían que ser juzgados y sancionados por el daño que hacen, no solo a las organizaciones y dirigentes que pretenden dañar a base de mentiras y falacias, sino también a la ciudanía y al resto del periodismo y profesionales de la información.

Si consultáramos las hemerotecas, nos sería fácil comprobar que hay otros medios de comunicación escritos y digitales que llevan mucho tiempo denunciando este tipo de periodismo basura, sin que hasta la fecha ninguna autoridad, política ni judicial, hayan movido ficha para pararlo. Ni del PSOE, ni por supuesto de la derecha, porque ellos son los impulsores y colaboradores de toda esta vergüenza política, ni tampoco otros sectores de la izquierda que miran desde la distancia, bien por miedo o por si pueden sacar tajada a cuenta del desgaste de los que sufren estos ataques continuos. Y no vale la disculpa de que son empresas privadas y libres de publicar lo que quieran, menos aun cuando atentan contra la dignidad de las personas con cargos políticos o sin ellos.

No hace mucho, escribía un artículo en el que decía que la ley no era igual para todos y me reafirmo cada vez más en ello. Si nos atenemos a la cantidad de personas que son condenadas o sancionadas por opinar, no por difamar, ni construir acusaciones falsas de cosas que no gustan, sino porque quien les juzga considera que atentan contra el honor de las personas. Pero el honor tampoco es igual para todos, y ahí existen multitud de ejemplos en colectivos laborales, sociales, personas del mundo de la cultura y un largo etc. Mientras que otros, como en el caso que nos ocupa, campan a sus anchas con la permisividad de las instituciones políticas y judiciales que miran para otro lado, por el propio interés de que estas noticias circulen para quitar de en medio otras opciones que no interesan, a los que manejan todo el poder económico.

A lo que estamos viendo hoy parece que nadie quiere poner los medios para remediarlo. Es un deterioro enorme de nuestro periodismo. Este tipo de informaciones pone muy en entredicho la baja calidad democrática en nuestro país, que nos pretenden vender los propios medios que forman parte de las cloacas mediáticas. Seguramente la mayoría de consumidores de noticias preferiríamos una información más imparcial y ética, frente a la mentira, la corrupción y la estafa informativa de las cloacas mediáticas.

Se ha perdido totalmente la ética política. Desde hace mucho tiempo, se opta más por la descalificación mediática, basada en la mentira y falsedades, que, por el debate y proyecto político, del que la ciudadanía pueda participar y escuchar propuestas alejadas de la sinrazón informativa que nos hace creer cada vez menos en la política y en las soluciones que podamos esperar de ella.

Lo que está sucediendo es de una gravedad extrema. Se está demostrando, y son ya seis años, un día sí y otro también, con informaciones diarias contra Podemos y sus dirigentes, utilizando las peores artes posibles, las más miserables y cobardes, desde la posibilidad que tienen este tipo de medios para difundir los bulos a millones de personas, y que con el paso del tiempo se pudo ir comprobando que todos ellos eran bulos preparados con finalidad destructiva, ya que nunca hemos visto una rectificación de lo mucho y malo publicado.

Hay un estudio reciente de la Universidad de Oxford difundido por la Agencia Reuters, el cual resume que los medios de comunicación españoles son los menos creíbles de toda Europa y los más mentirosos de todo el mundo, solo superados por los medios de comunicación de los Estados Unidos, algo que como País debería preocuparnos, porque nos pone a la cola del mundo en todo lo negativo, en cuanto a legitimidad democrática, política y credibilidad.

Además de los bulos constantes y miserables por parte de quien los difunde, vemos también como estos manipulan intencionadamente otras noticias. Recientemente, tanto el PP con la destitución de Pablo Casado y todo su equipo por el actual presidente Núñez Feijoo, como el PSOE, ahora con el cese de Adriana Lastra, estos medios utilizan la información, calificándolo como restructuración importante de sus estructuras orgánicas. Pero cuando se trata de Podemos como en el caso de los últimos cambios en dos ministerios, los titulares son: «Continúan las purgas internas en Podemos». Así de imparcial es la información transmitida por los medios del poder.

Soy plenamente consciente que también hay personas que pretenden hacernos ver desde hace meses en Asturias que el Nalón pasa por Huesca y cerca de Teruel, difundiendo todo tipo de bulos, difamaciones e insultos en los medios de comunicación. Utilizan por intereses propios personales y miserables contra sus propios/as compañeros/as y la organización en la que dicen militar, los mismos métodos que el excomisario Villarejo vende a las cloacas mediáticas, sabiendo con seguridad de que les van a comprar todos los bulos que quieran vender, habida cuenta de que por razones espurias hay una coincidencia total en el objetivo que ambas partes pretenden conseguir. Sin darse cuenta de que estas prácticas destructivas demasiado utilizadas ya, les desacredita, no solo para la vida política, también para la vida civil.

A la ciudadanía no se nos puede vender como racional lo irracional, con independencia de nuestro pensamiento ideológico o de que cada cual pueda tener sus preferencias a la hora de emitir el voto en las urnas. No podemos mirar para otro lado ante el comportamiento indecente de las cloacas mediáticas y sus colaboradores, no solamente pensando que perjudican a dirigentes y formaciones políticas que no son de nuestras preferencias. Estas informaciones hipotecan el futuro de la democracia y de las libertades, además de ponernos a la cola del mundo en cuanto a la credibilidad de las instituciones y como pueblo.

Si los que tienen competencias en esta materia, (instituciones políticas, judiciales, fiscalía, etc), pasan de largo como hasta ahora en algo tan grave como es la estafa informativa, deberíamos ser la ciudadanía quien aporte soluciones, no consumiendo este tipo de informaciones, que tanto daño nos hacen para nuestro reconocimiento internacional como país democrático.

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