Odio las redes sociales

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

CARMELA QUEIJEIRO

07 ago 2022 . Actualizado a las 11:52 h.

La única vida que da corriente es la de la gente corriente. Lo demás es mentira. Cada vez más, nos alejamos de la realidad. Del sudor. Del olor. De las caricias. De las miradas. De un café cara a cara. Lo hacemos todo a distancia incluso cuando estamos al lado de otra persona. No somos personas. Somos terminales de móvil. No somos ojos. Somos pantallas. Pantallas con aplicaciones que dulcifican nuestra imagen. Odiamos los espejos de toda la vida, los que nos cuentan la verdad: las estrías, las arrugas, las ojeras, las calvas. Odiamos las costumbres de toda la vida. Quedar con alguien para tomar algo. Preferimos conocer avatares a través de las aplicaciones de relaciones de las redes que hablar con alguien que está a tu lado en la barra de un bar. Las barras de los bares se han vuelto sitios horribles en los que mujeres y hombres toman algo, estén solos o acompañados, ensimismados en sus móviles. No hacemos ni caso al que está próximo. Los móviles no son ya una extensión de las vidas. Los móviles son el agujero negro que se traga nuestras vidas. No hablamos con los vecinos ni del tiempo que hace en el ascensor. Un tic nervioso nos hace pillar el móvil para no tener que decir ni pío. Tecleamos con alguien que está lejos, cuanto más lejos mejor. Alguien que además no es el que creemos. Ya está dicho. Nada miente más que una foto de las redes sociales. Todo el mundo se embellece. No asumimos cómo somos en persona. Los filtros nos están matando. Hemos pasado de los filtros de amor a los filtros de las aplicaciones. Las fotos de las redes están retocadas, como la foto del DNI suele ser cruel con uno mismo.

Tampoco existen esas familias felices de las fotos que la gente cuelga en las redes. Todas las familias guardan cadáveres en sus armarios. Mentimos como cosacos en las historias que colgamos. Nos inventamos unos relatos fabulosos que no aguantarían un interrogatorio de cinco minutos. Ahora que estamos en tiempo de vacaciones las historias que vemos en el móvil se multiplican por millones. Si hacemos caso de lo que vemos podemos pillar una depresión de caballo. Seres humanos guapísimos encantados de conocerse, felices, que sonríen de tal manera que es imposible estirar más la cara. Los restaurantes son todos idílicos. Los bares, fabulosos. Las playas, únicas. Las terrazas, lo más. Claro que hay sitios hermosos y viajes estupendos. Pero en todas las vacaciones hay momentos de bajón. Hay veces que el tiempo se atasca. Incluso llueve de repente. Pero eso no lo contamos. Nos callamos nuestras miserias para parecer gigantes en los móviles de los demás. Repito esa frase maravillosa que tanta razón lleva: los teléfonos móviles son cada vez más inteligentes, mientras que nosotros somos mucho más burros. Husmeen al que tengan al lado. Disfruten con alguien que les sorprenda de su entorno, no de ese entorno agigantado y fantasioso de las redes. A veces tenemos el cariño al lado y esperamos el amor a demasiados megas de distancia. No pasmen con las pantallas. Admiren el brillo real de una mirada en un bar. Y no corran a contarlo por el móvil a quienes no están ahí.