El dilema

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

Imagen de los sanitarios que se llevaron en helicóptero al pistolero de Tarragona.
Imagen de los sanitarios que se llevaron en helicóptero al pistolero de Tarragona. FABIÁN ACIDRES | EUROPA PRESS

24 ago 2022 . Actualizado a las 21:44 h.

Eugen Sabau tenía previsto morir ayer. Una tetraplejia irreversible con dolor constante y persistente fue su salvoconducto hacia la muerte en un acto de eutanasia aprobado por la Generalitat de Cataluña. Para Sabau, conocido como «el pistolero de Tarragona», la parca ha sido una victoria. Un manera drástica de esquivar la justicia. El 14 de diciembre del año pasado, este guardia de seguridad la emprendía a tiros con tres compañeros y un mosso d'esquadra. El pistolero fue finalmente herido de gravedad. Unas lesiones irreparables y penosas que meses después han justificado su eutanasia.

Las cuatro víctimas de Sabau exigían que siguiese vivo para sentarlo en el banquillo, pero primó la dignidad del agresor sobre el derecho a la justicia de sus víctimas, que necesitaban una sentencia terrenal para sentirse reparadas. Su empeño por conseguir que su agresor siguiese vivo y el tesón que el matón ha puesto en desaparecer constituyen un enigmático desafío a algunas viejas lógicas en un proceso que no puede ser más mundano y que traslada a los jueces grandes debates filosóficos que supongo son dificilísimos de dirimir en una sociedad que se hace más compleja cuanto más avanza. Esa soledad de un ser humano que debe poner orden en derechos ajenos tan fundamentales debe ser de una espesura terrible.

Desde fuera, parecería que la muerte de alguien que te ha causado tanto mal es la compensación suprema, pero en el mundo de los humanos la justicia puede ser más restauradora que la muerte. Para las víctimas de Sabau, su dignidad dependía de que se mantuviese vivo. Para Sabau, su dignidad dependía de morir. Doloroso dilema.