El más cuerdo entre los locos

Álvaro Boro

OPINIÓN

Jesús Quintero
Jesús Quintero Julián Pérez | EFE

04 oct 2022 . Actualizado a las 12:57 h.

Se ha ido Jesús Quintero a los 82 años. En una tarde despejada de octubre, en la bonhomía de este veranillo tardío de San Miguel, el más cuerdo entre los locos guarda ya silencio para siempre. Él, que hizo de las entrevistas la más bella de las artes, que con sus preguntas conducía gentilmente al otro a lo que es, que dominó los silencios como nadie, que hizo de ellos un mundo en el que el fue el rey: amo y señor de esa colina que era un mundo y controlaba y manejaba como nadie. Allí donde el perro verde fue la mejor de las mascotas y los ratones coloraos se movían por los cimientos del alma de los entrevistados y nos mostraba la bella y cruda verdad de lo real.

Quintero fue un grande, Maestro de Maestros, bohemio bueno del sur, de arte y tronío, desde donde conquistó la radio, la televisión y a un país llamado España que por fin, y en parte también gracias a él, de verdad empezaba a hacerse libre y grande, no como cuando lo imponía un señor bajito del Ferrol.

Las entrevistas y monólogos de el Loco forman parte de la educación sentimental de miles de ciudadanos: su voz aterciopelada anunciaba lo nuevo y lo imprevisto; los silencios desmontaban las ficciones y abrían al personaje en canal; esa imagen entre humo y oscuridad nos daba la medida de la grandeza. No sé a cuántos les habrá, nos habrá, inculcado el veneno del periodismo. Andaluz culto y suburbial, hombre de mil lecturas y sabiduría de marino viejo letraherido.

Supo pisar moquetas y palacios; pero nunca olvidó a los suyos, al pueblo llano y genial de su Andalucía, de su gente con duende, de una inteligencia natural que surge de la necesidad, la guasa y poderío. De levita, fular y sombrero de copa: uno de los últimos dandis. Pero no moría frente al espejo, lo hacía frente al folio en blanco, el micrófono y la cámara. La genialidad y la creatividad infinita, casi como castigo; como fin último que justifican su existencia.

Un ser libre al que trataron de cortar las alas, pero a lo más que pudieron llegar fue a cancelarle los programas, nunca a cerrarle la boca. El entrevistador que mejor preguntó y supo escuchar. Esté dónde esté, espero que sea junto al Risitas, el Peíto, Silvio Melgarejo o el Rockberto: genios de una estirpe garrapatera a la que quería, con la que se identificaba y de la que Jesús Quintero era el rey.