Aún resta cruzar el inestable otoño y soportar el gris invierno antes de que aflore la primavera y nos convoquen a las urnas para elegir a quienes han de regir nuestros ayuntamientos.
En el momento actual hay partidos políticos en vías de extinción, otros en las previas a la fundación y los grandes, los consolidados, en plena batalla interna, mucha más cruenta que la que ha de darse allá por mayo. La fratricida lucha se da por igual en un sitio que en otro, aunque sean más evidentes las que afloran en las grandes poblaciones. Se pelea por cada puesto, el tercero aspira a ser segundo, el octavo cree que el séptimo sí saldrá concejal y le empujará al vacío si puede. Se defiende a un candidato porque será más maleable. Se levantan calumnias para apartar al no deseado. Todo vale.
Lo de los socialistas de Gijón es de tratado. Hace un montón de años que los poderes enmascarados despojaron del cargo a Palacios para abrir el camino triunfante de Areces. Ahora, no son los pecados de Ana González los que la hacen merecedora de la condena, pero estorba a quienes solo piensan en manejar al títere. Resultado, a Ana se les arroja a las fieras.
En la AMSO la situación ya es crónica, codazos internos, guerra de descalificaciones, torticeras zancadillas, todo deriva en heridas que se suceden a otras aun sin cicatrizar.
Si tornamos la vista al PP, las cosas no están mejor, se pude decir que están mucho peor. Mallada recibe la misma medicina que Casado, total para buscar un candidato perdedor. En Gijón ni están ni se les espera y en Oviedo Canteli anuncia sin ruborizarse que se sucederá a sí mismo.
Estos ejemplos, estos malos ejemplos, conducen a una lamentable conclusión. La ciudadanía se desentiende de la política, se asquea de sus dirigentes y opta por no votar o votar a quién les dé una imagen radicalmente distinta, aunque solo sea por probar.
Claro que Asturias es más que las grandes ciudades. Hay un gran número de concejos muy pequeños, con muy poca población, que apenas suenan en los medios de comunicación y que importan poco, casi nada, a las cúpulas de los partidos. Aunque menos visibles en ellos también hay tortas.
Quienes habitan en estos municipios, cada vez más aislados y envejecidos, se le presentan pocas opciones a la hora de votar, lo más habitual es que repitan los actuales alcaldes o alcaldesas, de no ser así la disputa se establece entre amistades o incluso familia, las siglas o la esencia del partido importa menos. Confeccionar la lista de una candidatura es muy complicado, se recurre a paracaidistas y ya no son pocos los regidores municipales que viven fuera del municipio. De seguir estas tendencias para lograr un acta para en el ayuntamiento será suficiente con los votos de los allegados.
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