Caballo Loco, Ron

Daniel Ripa

OPINIÓN

Andres Fernández Vilanova, en el Pleno
Andres Fernández Vilanova, en el Pleno J.L.Cereijido

21 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Andrés Fernández Vilanova ‘Ron’ (1987), el carismático pediatra, ex diputado por el Occidente y fundador de Podemos en Asturias, ha sido esta semana excluido de las primarias de Podemos y de la lista de Cova Tomé, tras ser expulsado junto a Mayi Colubi y Francisco Suárez. Este artículo explica por qué es una mala noticia, que se debe revertir, aceptando su recurso, y por qué el joven sanitario representa los valores de la defensa de nuestra tierra, y de la justicia y la transformación social.

Conocí a Andrés Ron como estudiante en la Universidad de Oviedo. Eran los tiempos del rector conservador Vicente Gotor y un grupo de jóvenes queríamos impulsar un movimiento universitario independiente del PP y del PSOE. Se rumoreaba que en el Claustro había un estudiante de medicina, al que elogiaba tanto la extrema izquierda como los sectores conservadores. ¿Cómo podría ocurrir eso? ¿Sería de fiar? Así que, acompañado de un amigo asturianista, decidimos citarle en el antiguo Ca Beleño. Habíamos decidido hacerle un interrogatorio: «Y si defiendes el asturiano y los valores de justicia social, ¿cómo es que puede hablar bien de tí la gente conservadora que se opone a eso?», pregunta de la que aún me sonrojo. La primera cerveza se convertirían en cuatro o cinco y, claro está, ya no habría vuelta atrás. Días después le apoyaríamos en la elección al Consejo de Gobierno de la Universidad. Se convertiría en el primer representante de lo que años después serían las Asambleas de Estudiantes, que lograrían presidir el Consejo de Estudiantes y revertir las subidas de tasas universitarias.

De una extraña asamblea en la Losa a un centro social ocupado

Andrés Ron tuvo el valor de ser una de las primeras personas en Asturias que creyó posible un ciclo de transversalidad, de apelación a las mayorías. No para difuminar nuestros principios o viajar al centro, sino para poner lo laboral y social en el centro del debate político, señalando las causas de los problemas y las soluciones. Impulsaría una extraña asamblea de un movimiento ciudadano «para personas que estuviesen descontentas con la situación actual” [y yo lo estaba, sin duda]. Ahora parece normal, pero pónganse en el contexto pre-15M. Era 26 de abril de 2011 y a mí me tocó cubrir ese evento para el periódico Diagonal. «Pero esto, ¿ye de [Álvarez] Cascos?» -le pregunté al recibir su invitación por facebook. «No te preocupes, ven y verás» -fue su contestación. Alivio. Decenas de conocidos del movimiento de estudiantes contra Bolonia, muchos jóvenes y activistas de otros colectivos nos encontraríamos en lo que sería el germen del 15M asturiano. Dos semanas después, el 12 de mayo de 2011, organizamos una rueda de prensa en la sala polivalente del Conseyu de la Mocedá, con cientos de mails y llamadas a los medios de comunicación. A la hora de la rueda de prensa, y mientras Cascos rodeado de cámaras repartía apretones de manos en el Fontán, el único asistente para escucharnos a Andrés y a mí, era su padre, que hacía de fotógrafo. Quién nos diría el tornado político que arrasaría España tres días después.

La amistad ya estaría forjada y lo que vino después (acampadas, manifestaciones, ocupación de la Madreña para denunciar la especulación urbanística, mareas de funcionarios, movilizaciones sanitarias…) sólo lo corroboró. Ahí siempre estaría Andrés Ron. Un ejemplo: el día que desalojaron la Madreña, mientras gran parte de Oviedo dormía, el pediatra de La Puela era arrastrado por la policía con su mítica bicicleta (la misma que años después candaría cada día en la entrada del parlamento) porque estaba haciendo guardia (no médica sino activista) en el edificio. Sería imputado por ello, junto a otras personas, como Rubén Rosón, Diego Díaz o David Acera. Tras años de periplo judicial serían absueltos. Recuperar un edificio abandonado (donde impulsó un centro de estudio o una sala de conciertos) no era un delito sino un acto cívico.

Estar a pie de la calle pero a la vez salir de las zonas de confort y pensar en cómo ser más. Esa es la filosofía de Andrés Ron. Por ello no fue extraño cuando él convocó las primeras reuniones de Podemos en Asturias. Un compañero suyo, Segundo González (Fiz), militante de Juventud Sin Futuro, le había alertado de que se estaba organizando algo que merecía la pena. Nos reunimos con él, y también con la gente de Avilés y de Anticapitalistas en El Cafetón, y decidimos convocar una asamblea abierta en La Madreña. Sería la primera de Podemos en todo el Estado, sólo dos días después del lanzamiento en el Teatro del Barrio. Le seguirían asambleas en salones de actos de colegios («como una función de fin de curso», nos dedicaría la portada de un periódico local), pancartas en las plazas, carteles hechos a mano en las farolas, activismo, escraches y programa político. Finalmente, en tres elecciones -las europeas de 2014 y las autonómicas de 2015 y 2019-, lograríamos los mejores resultados de Podemos en el Estado.

Tirar abajo las puertas del parlamento

«Caballo Loco» para los amigos, que le pusimos ese mote asombrados por su gatillo fácil para lanzarse a hacer cosas mientras el resto aún estamos reflexionando, se lanzó al ruedo como candidato en la campaña electoral de 2015. Recorrió el Occidente junto a su inseparable Mayi Colubi, quien le acompañaría durante seis años por cada rincón del Occidente. Con un coche destartalado con miles de kilómetros, no había pueblo que no tuviera un cartel de Podemos ni vecino que no supiera quién era ese joven médico. Y logró lo que parecía imposible. El allandés se convertiría en el primer diputado de la izquierda no socialista desde el mítico escaño del Partido Comunista de Asturias en 1983. La circunscripción creada para excluir a la izquierda había caído. Nunca digas que algo es imposible.

Durante esa campaña intentamos explicar a los sectores profesionales asturianos que Podemos representaba un cambio necesario en nuestra tierra. Entre las personas que nos reunimos se encontraba Carlos López Otin, ahora acosado por la envidia académica, nacido a 18 kilómetros de Jaca, mi villa natal. El bioquímico, que tenía escaso interés en la política institucional, no nos preguntaría qué programa íbamos a impulsar, sino cuál era nuestra motivación para apartar nuestra vida en esta aventura: «Os he recibido por un motivo -nos explicó-: mi hijo me decía que Andrés era la persona más inteligente de la Facultad de Medicina (fue unos de los primeros en el MIR), y yo admiro la inteligencia. Tengo curiosidad por saber por qué os apasiona la política». Durante horas hablamos más del sentido de nuestras vidas que de Asturies pero forjamos una admiración que llega hasta hoy. Lo importante es vivir con pasión aquello en lo que creemos, en el ámbito que sea, nos recordaba Otín.

Andrés sería uno de los diputados más exitosos de la legislatura 2015-2019. Azote en materia sanitaria del PSOE, conseguiría impulsar una ley para convocar oposiciones en el SESPA ante la falta de sanitarios, lograría incluir financiación en el acuerdo presupuestario de 2019 para la contratación de 700 profesionales sanitarios (justo antes de la pandemia), sería clave en el comienzo del reconocimiento de las categorías sanitarias y presidiría la comisión de investigación de listas de espera. El dictamen de esta comisión permitió que los datos de tiempos de espera, hasta entonces ocultos, se hicieran públicos en Asturias o que se conociera la existencia de una lista negra a la que se mandaba a quienes se negaban a aceptar derivaciones a centros sanitarios privados (de ahí su famosa foto con un teléfono en el parlamento). Más importante, consiguió implantar la compra de fármacos centralizada, una operación que ha permitido ahorrar más de 50 millones de euros anuales en nuestra sanidad.

Durante esos años Andrés combinó las intervenciones parlamentarias (entre ellas la defensa de la única reforma estatutaria hasta la fecha para lograr la oficialidad del asturianu y el gallego-asturiano), con el impulso de movilizaciones sanitarias y hacer kilómetros de carretera por el occidente. Andrés se levantaba estrictamente a las 4:30 de la madrugada para alargar sus estajanovistas jornadas de trabajo. A ello se le sumaría la asunción de la secretaría de organización, a un año de las elecciones. Financiación electoral, presupuestos, candidaturas municipales, coaliciones, se añadirían a sus tareas, de la mano de otras dos personas que se exprimirían al máximo, la activista feminista Jara Cosculluela y el concejal de Somos Corvera, Rogelio Crespo. También, hay que decirlo, Ron recibiría críticas, de quienes no entendían su estilo directo, que se basa en buscar de frente la solución de los problemas, «ser paisanu», como suele decir.

Vuelta al hospital

En medio de una debacle de Podemos en todo el Estado en las elecciones autonómicas de 2019, Asturies sería una isla donde superaría el 10% de voto. Aunque Ron obtuvo mejores resultados que Pablo Iglesias en la Comunidad de Madrid, no sería suficiente para reeditar el escaño. Sin agarrarse a la posibilidad de continuar liberado (era secretario de organización), volvería a su profesión médica. Lo haría tras cuatro años de diputado en los que donó 70.000 euros a proyectos sociales. Así entiende la política: un compromiso ético temporal.

Hace unos meses, le entrevistaron al tomar posesión de su plaza de pediatría en el Hospital de Jarrio: «no me iré hasta que haya un sustituto». Y cumplió. Ahí continúa. Era su oportunidad de dar ejemplo: las alas merecen una atención médica de calidad y no ser destinos de segunda. Durante estos años siguió colaborando en política, en la redacción de iniciativas parlamentarias, en movilizaciones como la oposición a la llegada de Quirón a Xixón y en propuestas para la defensa del occidente asturiano, como un plan de rescate de las carreteras occidentales. Durante la pandemia su acción sería trascendental: fue el primer dirigente político asturiano en urgir a llevar a cabo los confinamientos y el cierre de escuelas y junto a Cova Tomé, tras leer un estudio realizado en un trasatlántico sobre la expansión del COVID en asintomáticos, comenzó a alertar a las instituciones de la urgencia en modificar los protocolos en las residencias, porque los asintomáticos también contagiaban. Llamamos a una decena de responsables sanitarios, incluido Rafa Cofiño. Y lo conseguimos: Asturias fue el primer lugar en implementar estos cambios. Aún hoy no sabemos cuántas vidas se salvaron gracias a eso.

Por todo ello ha seguido recibiendo el cariño ciudadano: hace sólo 6 meses, en las elecciones primarias al consejo ciudadano de Podemos Asturies, Andrés se convertiría en el candidato más votado, con 1.572 votos, cien más que las personas que luego ostentarían cargos orgánicos. Algunos verían en ese gran apoyo, no un valor de Podemos sino un rival a eliminar.

Sumar, no restar: Pensemos en Asturies

Podemos ha expulsado e inhabilitado para concurrir a sus primarias a Andrés Ron, tras una denuncia comenzada por la secretaria de organización Alba González Sanz. Lo ha hecho porque, como no podía ser de otra forma, levantó la voz ante la injusticia del despido de la trabajadora indefinida en excedencia, Mayi Colubi, su amiga que dio todo durante 6 años por Podemos en el Occidente, hasta su salud, y que ha sido también expulsada junto a su abogado, Fran Suárez. El dichoso tuit de apoyo sería considerado una deslealtad tan grave que, para algunos, sólo se podía saldar con la expulsión, la primera de la historia de un partido que siempre prefirió el diálogo a la represión. Poco importó que el despido de Mayi haya sido declarado improcedente en los tribunales. Incomprensible.

Lo que nuestra tierra necesita es el compromiso de las y los mejores en ética y honestidad, de aquellos y aquellas para quienes la política es un deber cívico y la compatibilizan con sus vidas, sin pedir más a cambio que lograr acciones transformadoras. Andrés ha respondido como lo ha hecho siempre: con su sonrisa optimista y una llamada al diálogo, la concordia, la reconciliación y a trascender las fronteras de los partidos para impulsar movimientos amplios que nos ayuden a ganar y cambiar nuestro país. Porque necesitamos espacios políticos donde quepan todas las personas.

Y yo quería escribir estas líneas porque en un mundo que no suele reconocer a quienes luchan por su gente, me parecía de justicia decir que si algunos hemos podido tener el mayor honor para un asturiano, representar a nuestro pueblo en la Junta General, es por lo que aprendimos de personas como Andrés Ron. Por ello, esperemos que reine la cordura y el diálogo. Tenemos que sumar, no que restar. Y nos necesitamos a todas. Asturies ganará con ello.