Argentina 1985.  La memoria histórica española

Faustino S. Antuña

OPINIÓN

Vista del Valle de Cuelgamuros, donde está enterrado Primo de Rivera.
Vista del Valle de Cuelgamuros, donde está enterrado Primo de Rivera. No disponible

31 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

No es mi intención hacer una crítica cinematográfica respecto a esta magnífica película de Santiago Mitre y protagonizada por Ricardo Darín, sino hacer una reflexión acerca de la misma en nuestro contexto. Creo que envidia es una de las primeras palabras que me ha sugerido. Envidia porque un país como Argentina haya elaborado un trabajo de tal calidad sobre la memoria histórica, dando un paso más en el siempre complejo mundo de poner a una nación frente a su pasado, a veces reciente a veces más lejano. A mí modo de ver, esta película no está dirigida a mi generación, ni incluso a la de mis padres, que fue la que vivió aquel horror. Está dirigida, sobre todo, a las generaciones más jóvenes, a las futuras, que pueden verla ahora o más adelante, pero que en todo caso tienen ahí almacenado un buen relato de cómo fue el horror, pero, además, a través de un relato de aplicación de las leyes y de la búsqueda de la verdad y la justicia. Es la construcción de un relato nacional de ley, justicia y memoria. Casi nada.

No recuerdo ninguna producción española donde se pueda ver, desde una perspectiva actual, o al menos posterior al horror, la reconstrucción del mismo. Quizás Soldados de Salamina podría ser la excepción, pero los muy discutibles cambios introducidos en la gran novela al llevarla a la gran pantalla casi echan por tierra el ejemplo, al menos desde el punto de vista cinematográfico. Y creo que sería necesario, pues de lo contrario, la Guerra y los cuarenta años de represión posterior, quedarán anclados en el pasado, embalsamados y descontextualizados como una pieza en un mal museo. Se suele decir que España tiene un problema con su historia. No lo creo. Yo no lo tengo, y la gente que conozco tampoco. Los profesores de Historia como yo, tampoco, y la inmensa mayoría de la gente con la que me trato y hablo, tampoco me parece que tengan ningún problema de esas características. Más bien es una parte de España la que tiene ese problema, y arrastra a la parte política de la otra, que en su timoratismo lleva cuarenta años intentando conciliar lo irreconciliable. Salvando las distancias cronológicas y espaciales, la película nos muestra las enormes concomitancias entre las dictaduras militares argentina y española: las torturas de las que habla se produjeron aquí, y no durante siete años, sino a lo largo de cuarenta, cobrándose no 30.000 como en el país austral, sino probablemente cerca de 150.000; la inestabilidad de la democracia argentina fue el supuesto origen de todo, al igual que aquí la pretendida inseguridad de la II República. En ambos casos, la democracia es el motivo último del horror que se desata…allí fueron los fachos, aquí, los fachas.

Pero mientras que allí, van enfrentándose con su pasado, e incluso consiguieron llevar a juicio y sentenciar a los monstruos, aquí han seguido campando a su antojo, tanto vivos como muertos, y solo ahora parece que el Valle de los caídos dejará de ser el último santuario del fascismo del siglo XX en Europa, gracias más, a la buena disposición de la familia Primo de Rivera a sacar los restos de José Antonio que a la fuerza de la democracia. El discurso es que no es lo que España necesita…supongo que no lo necesitan los descendientes de quienes apretaron el gatillo, señalaron con el dedo, de los que corrieron pronto al cuartel a delatar, de los que aplicaron la picana…los que tenemos muertos en cunetas, en prados, en el valle de los caídos, de los que tenemos suicidios por la miseria de la guerra, muertos en los campos de concentración españoles, de los que tenemos exiliados y dolor,  muchísimo dolor, sí lo necesitamos.

Pero cualquier cosa, menos enfrentar a una parte de España con su pasado, cualquier cosa antes de que podamos transmitir un relato nacional de lo que aquí pasó, todo es interpretable, y así tenemos, además de El Valle, placas, monolitos, monumentos, calles…y la retirada de cada una de estas piezas es una batalla que encuentra enfrente sectores del nacionalcatolicismo que intentan hacerse pasar por derecha liberal- sin conseguirlo-, o de la iglesia- donde están la mayoría de estas piezas. Cada año hago un trabajo con mis alumnos de segundo de bachillerato para que localicen estos elementos, hagan una foto y lo analicen  en su contexto y en el de la Ley de la memoria histórica. Siempre se sorprenden de lo que encuentran, especialmente en Oviedo, calles, plazas, piedras por doquier, recuerdos incluso en el interior de la universidad, frente a los cuarteles…en serio, algo falla en nuestra sociedad cuando algunos sectores se siguen reconociendo en esta basura e impiden que nuestra democracia evolucione y asuma nuestro pasado, algo falla cuando se defiende que la tortura, el secuestro y el asesinato fueron hechos políticos, y cuando se intenta hacer pasar el sadismo desatado a partir de 1939 por una ideología política, religiosa o moral, cuando no se asume que fue precisamente ello lo que ofendió a nuestra nación, a una patria que, sí, lo siento, también es nuestra.

Y me temo que la izquierda está un pelín perdida o, lo que es peor, maniatada frente a estos poderes político religiosos y pese a las grandísimas intenciones que las dos leyes de memoria Histórica tienen. Un par de ejemplos:

Recientemente en Gijón se han instalado varios adoquines de la memoria, que recuerdan algunos de los asturianos que murieron en los campos de exterminio nazi. Hasta ahí todo bien y, de hecho, ha unido a todos los grupos políticos sin grandes fisuras. Normal, ningún relato explica pública y claramente cómo llegaron las personas a morir en esos lugares. No me extrañaría que en el futuro se llegara a pensar que ellas mismas se fueron de vacaciones a Dachau, o, mejor aún, que los nazis vinieron por la noche a secuestrarlas…es decir, de nuevo hemos hecho una reductio ad hitlerum del horror sin hacer ninguna reflexión al respecto, sin dejar claro que fue el régimen de Franco quien las empujó fuera y quien logró que perecieran en esos campos de la muerte. Y siguen las exposiciones sobre Auschwitz, el horror nazi, etc, etc…y las que se refieren al horror español, o no se pueden hacer o se hacen con pocos medios y por debajo de la superficie, como las de la Fundación Municipal de Cultura de Gijón o las del grupo Eleuterio Quintanilla. Otro ejemplo más, recientemente falleció el asturiano Vicente García Riestra, uno de los últimos supervivientes españoles del campo de Buchenwald. Murió con homenajes de las autoridades españolas- homenajes de baja intensidad, en todo caso y en comparación con los que había tenido en Francia. Y murió sin la nacionalidad española, ya que Franco se la había retirado y nadie supo volver a dársela. Él argumentaba que si el Estado se la había quitado, el Estado debía devolvérsela, y siempre que podía recordaba que era lo que más deseaba, para él y para sus compañeros del exilio. De nada sirvieron las gestiones ante la presidencia del gobierno, grupos políticos, ministerio de justicia…si no firmaba un papel solicitándola, no la tenía. Y murió sin hacerlo pero, eso sí, con multitud de abrazos y palmaditas en la espalda de los mismos que fueron incapaces de remedar una medida del Generalísimo.

Todo esto nos demuestra que en España tenemos leyes, qué duda cabe. Tenemos leyes para casi todo, y si las cámaras no sacan un caudal constante nos ponemos tensos y nerviosos. El problema es ese abismo que parece empezara a existir entre ley y justicia, y que incluso algunos, como Garzón, llegaron a infravalorar. La ley es la ley. Para todos y en cualquier contexto- bueno, más o menos, ¿verdad?. Pues si la iglesia y algunos ayuntamientos no parecen razonar con cordura democrática, aplíquese ya: saquemos esos iconos fascistas de nuestras iglesias, de nuestras universidades y hágase ya. Y quitemos esas referencias del paisaje urbano, por favor… ¿Cómo puede ser posible que un colegio público lleve el nombre de la supuesta gesta fascista española, con todas las artistas, políticas relevantes y personalidades importantes que tenemos en nuestra historia?.

Evolucionemos, por favor, asumamos que no removemos el pasado que solo los zombies salen de la tierra, que lo que se pretende es darle el justo y adecuado final y que nuestra democracia se sustente sobre el franquismo no con el olvido sino con la memoria, para que esto no vuelva a ocurrir, como decía Strassera, nunca más.