Premios y antorcha

Álvaro Boro

OPINIÓN

29 oct 2022 . Actualizado a las 10:00 h.

Otra vez más los Premios Princesa van llegando a su fin y esta semana de ajetreo y famoseo para la ciudad se ha ido volando. Hay tantos eventos concentrados en seis días que es imposible acudir a todos y salir con vida, se dice que algún trabajador y periodista han envejecido más de 15 años en 144 horas.

Desde bien temprano, la gente se arremolinaba a las puertas del Reconquista con pancartas, banderas y de merchandaising premioprincipesco; para que empezase a apostarse gente por Uría hubo que esperar a las 16:30, que hay que comer y tomar el vermú, ni sus excelencias van primero que las buenas costumbres. En la plaza de La Escandalera, donde están los otros, hubo que esperar a las 17:30. La verdad, no entiendo a ninguno de los dos grupos: ni a los que apoyan ni a los que protestan. En serio, ¿no hay nada mejor que hacer o más divertido? Pero, quede claro, que cada uno haga con su vida y su tiempo lo que quiera siempre que esté dentro de la ley, y si está en contra, que no me joda a mí o que no les pillen.

A las 18:00 Uría estaba que parecía aquello América en Asturias, pero sin brasileñas y con más gaitas. En la Escandalera estaban los que estaban, los mismos que el año pasado, quizá menos, pero que resisten pese a cada año estar más arrinconados. El lado que algunos dicen que es el malo, pero que sería donde estaría el abuelo de la Reina. Las mismas banderas, las mismas pancartas y casi los mismos lemas. Echo de menos cánticos nuevos, no los de siempre: «Borbones a los tiburones», «Fartones, Fartones» o «Asturies nun tien rey». Lo único así nuevo fue un «Felipe, cabrón, trabaya en Arcelor», y no deja de ser un ripio mediocre. Hace años, coincidiendo con los montos más bajos de Tropezón, esta plaza estaba petada y ahora son unos pocos y mayores. Quizá los jóvenes no se movilicen o lo hagan de otra manera porque se dan cuenta que esto sirve para poco o nada. Estoy orgulloso de que mi generación y las que vienen no pierdan su tiempo. La cosa se anima un poco más, con pitos e incrementando los decibelios, cuando llega la Familia Real al Campoamor, pero entre la distancia y el silbido de las gaitas ni se enteran.

Algunos de lo que están a un lado y al otro piensan de los que no son de su bando lo peor. Pero ni los que están por Uría tienen un resorte que les eleva el brazo o quieren poner a nadie a picar piedra, ni los de la Escandalera andan con el puño siempre prieto o pensando en purgas. Bueno, al final, Ripa se animó a sacar a pasear el puño tras una pancarta de apoyo a los trabajadores de DURO FELGUERA, pero casi ni se vio.

Para tratar de entender a esta gente que se moviliza en la Escandalera, hablo con Nacho Loy (Profesor titular de Psicología en la Universidad de Oviedo y Presidente de La Ciudadana), me dice que estos premios no son más que una copia del Nobel, ambos son premios otorgados por la monarquía a personas, la mayoría, brillantes y así tratan de aprovecharse de su nombre y prestigio. «Los Premios Princesa dicen que se otorgan a la ejemplaridad, quizá sea por la falta de ésta que se da en los borbones». No tienen nada en contra de los premiados, están aquí sólo para demostrar que la entorcha republicana sigue encendida, que la república es igualdad. Antorcha, que parece secuestrara por la izquierda, aunque no sea así. El dinero siempre se arrima al fuego que más calienta.