Musk, el mesías

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

DADO RUVIC | REUTERS

31 oct 2022 . Actualizado a las 13:00 h.

Elon Musk se sacrifica y se pone a los mandos de Twitter «por el futuro de la civilización». Siempre hay alguien que considera que debe ponerse al volante de la civilización. Y no suele ser tranquilizador. Musk tiene nuevo juguete. Se siente un cruzado con esta lanza. Su guerra santa es la libertad de expresión, dice. Al parecer, el pobre Trump vive atenazado por no poder expresarse en la red social después de sus mensajes que enardecían a los que asaltaron el Capitolio. Se siente discriminado. Y quizás tenga razón. La compañía que le vetó permitió que el ultraderechista Alex Jones sostuviera que el tiroteo de Sandy Hook, en el que murieron veinte niños y seis adultos, fue un montaje, y que los familiares de las víctimas eran actores. Jack Dorsey, CEO de la firma, dijo en el 2018 que no se vulneraban las normas internas. Jones acaba de ser condenado a una multa millonaria. Parece que alguna ley sí violaba. Pero ciertas plataformas son como autopistas privadas que se declaran inabarcables. En resumen, que no pueden tener vallado todo el recorrido, por lo que, si se cuela un jabalí, no es su responsabilidad. Y ahí siguen, siendo tierra de nadie. Es posible lanzar amenazas o incitar a la violencia opositando a la impunidad. Millones de acosadores quedan impunes. Es un «tira, que libras» de manual. Pero llega Musk para dar un paso más. Cree que no se pueden poner puertas al campo digital. Como primera medida ya han sido laminados directivos responsables del destierro de Trump. En estos casos siempre se tararea aquello de prohibido prohibir (hasta que convenga). A Musk solo le falta la flor en el pelo. Y el cuchillo entre los dientes. Pero no será el principio ni el fin del mundo.