Clarín en el tiempo. Amnesia de ciudad

OPINIÓN

La Regenta en Oviedo
La Regenta en Oviedo

20 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Clarín, sigues vivo en el tiempo,

También en tu ciudad,

En cada rincón  del ancho mundo

Tu  sabia prosa,

Tu  crítica mordaz.

Clarín, vives en el tiempo.

Tu busto en el Parque San Francisco,

También en tu Universidad.

Pese al enfado de unos,

Y a la amnesia pertinaz.

Hablar de Clarín en el 2022, parece hablar de un país lejano, exótico, perdido en la imaginación somnolienta de un novelista atemporal. 

Hacer de viajero en tu propia ciudad, es respirar ese aire misterioso y lleno de frescura de la realidad tangible: Tu mirada se detiene en la singularidad de los edificios, en la sonrisa/tristeza de sus gentes, sus comercios, sus librerías. Tomas su pulso, su temperatura, su prosperidad o su volver al pasado. Todas estas cosas se van posando en tu mochila. Quedan ahí. En principio no eres consciente de su peso. Pero la imaginación no da descanso, es una rutilante noria de cangilones llenos de esa agua fresca que mantiene lozanas las plantas de la imaginación y la iniciativa.

También eso, sigue habiendo en mi ciudad. Sigue deletreando su historia en los pentagramas del progreso y el olvido. 

La tarde de mi ciudad sin dar tregua a ningún día de la semana, está cuajada de leche fresca que aporta la cultura de las conferencias, presentaciones de libros, charlas…, proyecciones de películas, festivales/conciertos musicales, etc., etc. 

También de estos mensajes se llena mi mochila de «paseante» empedernido mañana y tarde.  

Uno de esos actos tuvo lugar en el aula magna del edificio antiguo de la Universidad de Oviedo: Ricardo Labra «El caso Alas Clarín» La memora y el canon.  

Ahora, abriendo la mochila, me encuentro con estas notas: tema interesantísimo, trabajo exhaustivo a cargo del profesor Labra, asistencia ni testimonial: mesa, familiares, reporteros y cuatro amigos de los familiares.  

Ahí lo dejo. Y, sigo mi peregrinar por mi ciudad.  

Después, apenas había transcurrido una semana, acudo a la presentación de un  libro de relatos. El autor, rompiendo la seriedad del evento invita a las asistentes (reducidísimo número, como es habitual) a comentarios y preguntas indiscretas a la sombra del escanciado de un culín de sidra. Yo, viajero empedernido y, siempre dispuesto a socializar, allá que me voy.

La sidra «fresco», aroma excelente y en abondo. El ambiente de la sidra siempre es alegre, simpático, presto a la empatía. Los comentarios de los relatos convertidos en novela, ya habían dado de sí y la conversación emprendió otras rutas.

En esto, me viene el «impacto» clariniano. Mis contertulios en ese preciso momento eran dos jóvenes profesoras. Una de ella de Literatura española. Les comento mis recuerdos/ecos de la presentación del libro de Ricardo Labra, y de Clarín habían leído su magnífico cuento «Adiós cordera», pero de la Regenta, ¿De la Regenta?: Silencio.  

Yo, que no me callo, les dije: en los 40 años de docencia, la mayoría di lengua castellana y el tema de la descripción literaria usaba como soporte ilustrativo una fotocopia de la página de La Regenta donde de forma única Clarín se embebe con la torre de la catedral ovetense.

Queridos lectores, Clarín es intemporal y mi ciudad tiene lapsus de conciencia y amnesia. ¿Quién será el mago que la cure?