Como si yo no tuviera la culpa...

OPINIÓN

LVE Catar
LVE Catar MARTIN DIVISEK | EFE

24 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Dice la RAE que un hipócrita es «aquel que finge una cualidad, virtud, sentimiento u opinión que no tiene». Si hacemos caso a esta solemne definición, creo que estamos rodeados de ellos. Pero no quiero dar lecciones de moral, que aquí el que más o el que menos ha pecado de este mal. Aunque habría que matizar que hay grados. Veamos porqué comienzo con esta reflexión.

Llevamos unos días con el monográfico del Mundial de Fútbol, y lo que nos queda. Debería haber un cupo diario para que estos temas no monopolizaran el espacio mediático. Pero no se engañe, tenemos lo que demandamos. Si no le gusta lo que echan en la tele… considérese un bicho raro. La programación es un reflejo de la audiencia. Ya sé lo que está pensando, «que Dios nos pille confesados», pero es lo que hay. Si no le gusta, márchese a otro lugar. No obstante, ha de saber que en todos los sitios cuecen habas.

Puede que este Mundial de Fútbol sea el más turbio que se ha celebrado en mucho tiempo. No hace falta ser lector de John Le Carré o de Ian Fleming para intuir que todo este embrollo evoca a conspiraciones, tramas y enredos de toda índole; vamos, que huele a podrido. Ya sabe que cuando el dinero fluye… y aquí no será por falta del éste, ya sabe que: si el Emir de Qatar se lo propone puede vestir a Chuk Norris de flamenca. Ya se puede imaginar qué hizo con los directivos de la FIFA. Pero no culpe a los gerifaltes de esta noble institución, al fin y al cabo, todos tenemos nuestro precio, y como el kilovatio está tan caro… recuerde lo que decía el sabio «somos buenos por falta de ocasión».

La moral qatarí no es precisamente virtuosa, seguro que un antropólogo diría: «Todo es cuestión de perspectiva emic». Ya sabe, hay gente para todo. Desde luego las feministas, el colectivo LGTBI y otros grupos reformistas contemporáneos no pueden estar muy contentos con los esquemas de pensamiento medieval del estado de Qatar. Esos 500 años de desfase cultural, -insisto: emic, contrastan con una sociedad anacrónica pero hiperavanzada, -en lo tecnológico, matizo. Y de esta forma nos sorprende contemplar a beduinos subiendo a Ferraris, o a camellos entrando en rascacielos de lujo. Si sólo fueran estas pintorescas estampas resultaría divertido, pero la realidad es que los derechos y libertades van a la par de los desfases cronológicos. Hablamos de un país donde no existe democracia, donde las mujeres, los homosexuales y algunos trabajadores carecen de los mínimos derechos y donde unos pocos acaban en la horca por vaya usted a saber. Todo un paradigma de tolerancia y buenas formas.

Bien, pues esto es lo que hay. Y, ¿qué hace Occidente?, pues algunos se ponen los cristales de petrodólar que no dejan pasar bien la luz, y a otros sencillamente… les trae sin cuidado. Por eso vemos en el telediario a legiones de condescendientes hinchas con más dinero que escrúpulos animando a sus equipos, y también a muchos cantantes, influencers y jetas que no quieren perderse el festín. Incluso algunos aficionados vestidos con la bandera de su equipo tienen el hipergonadismo de denunciar los abusos cataríes mientras acuden al estadio de fútbol, -vamos como si voy a una manifestación antitabaco con un puro en la boca. Y claro, desde España, a 7.000 kilómetros de distancia, algunos se rompen las vestiduras criticando a los privilegiados que están perpetuando el régimen de terror mientras gozan del espectáculo deportivo. Quisiera ver qué hacían muchos de ellos si dispusieran de un billete de avión y de una entrada.

Si de verdad quiere protestar y hacer sentir su opinión lo tiene fácil, no vaya a Qatar o mejor aún, cuando vea a su querida selección en la tele cambie de cadena y ponga Saber y Ganar. Será una bonita forma de protestar y encima aprenderá algo. ¿Piensa que su acción no valdrá para nada? No sea hipócrita, sea coherente con su conciencia, si no hubiera audiencia no habría fútbol, ni FIFA, ni Mundial en Qatar. Pero claro, la roja es la roja. -Shhh, le voy a contar un secreto, yo lo tengo muy fácil, confieso que no me gusta el fútbol, así da gusto hablar de moral.