Fernando Sánchez | Europa Press

25 nov 2022 . Actualizado a las 11:41 h.

Es verdad que ante el ruido y la crispación que genera la ultraderecha no se puede mirar para otro lado. Eso sí, aunque es obligado que exista una escalada de reacciones para condenar sus acciones, hay que tener muy en cuenta que es verdad que al mismo tiempo les estamos otorgando una publicidad gratuita a sus mensajes de odio. Nunca sabré decir si es mejor escuchar sus barbaridades, enterarse de lo que dicen e indignarse por su comportamiento o si precisamente la difusión de sus insultos y descalificativos pueden ser contraproducentes y calar en determinados sectores de la sociedad. La violencia política que ha sufrido Irene Montero es vergonzosa e inaceptable. Solamente en esta semana una concejala de Ciudadanos en Zaragoza y otra diputada de Vox en el Congreso nos han demostrado que también hay mujeres misóginas por sus palabras hacia ella. Hoy es 25 de noviembre y hay instituciones como el Ayuntamiento de Oviedo/Uviéu donde su gobierno se ha negado, a lo largo del mandato, a pactar una declaración institucional con los partidos que detestan y hacen frente a la violencia de género. En este año hay campañas institucionales sensacionales, como la del Ministerio de Igualdad, que nos hace recordar lo que dicen y hacen algunos youtubers, presentadores de televisión, aficionados del fútbol y residentes en colegios mayores (sin remordimiento alguno han celebrado que sus amigos liguen con mujeres borrachas, han jaleado a futbolistas por maltratar a sus parejas o han preguntado a artistas si usan ropa sexy para dormir). También hay otras que lamentar, como la que ha hecho la Xunta de Galicia, dirigiendo el mensaje a las mujeres sobre cómo deben ir vestidas para hacer deporte o cómo deben vigilar su copa en una discoteca, cuando lo que hay que hacer es poner el foco en responsabilizar a los agresores de sus actos execrables. Ante el machismo hay que seguir respondiendo con más feminismo y con más derechos, como bien dijo Irene Montero, porque somos más los que queremos un país mejor, los que decimos alto y claro que sí existe una violencia contra las mujeres por el mero hecho de serlo y que la igualdad no es un chiringuito, sino un elemento básico para la construcción de una sociedad moderna. ¡Hoy nos veremos por las calles de Avilés!

También ha sido bastante bronca la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para el año que viene. La derecha ha votado en contra de las cuentas (centrando sus argumentos en temas que afortunadamente no existen o han acabado en el olvido, como son el terrorismo de ETA y el desafío independentista catalán) acusando tanto al PSOE como a Unidas Podemos  de ceder ante las exigencias de los partidos independentistas. Aunque la estrategia se base en fabricar mentiras (como la que difundió desde la tribuna el ex diputado de UPN Carlos García Adanero sobre la supuesta expulsión de la Guardia Civil en Navarra) todo vale. El PP (y lo que queda de Ciudadanos) sigue en el bloque de la foto de Colón, plaza en la que Vox volverá este fin de semana para exigir a Pedro Sánchez la convocatoria de elecciones. Feijóo pone ahora toda su artillería en la reforma del delito de sedición, mientras Arrimadas le intenta convencer de que debería impulsar una moción de censura. La derecha española se aísla cada vez más y se aleja de los problemas de la gente, y por una parte es una buena señal que sus ideas reaccionarias queden marginadas, pero por otra conlleva consecuencias nefastas para la democracia como la que se vive con el bloqueo del órgano de gobierno del Consejo General del Poder Judicial. No obstante, hay que reconocerle tanto al PSOE como a Unidas Podemos el mérito de pactar, acordar, negociar y sacar adelante leyes tan variopintas y tan necesarias para la ciudadanía en un contexto tan bronco y complicado.