Te echo de menos Miguel Bosé

OPINIÓN

Miguel Bosé durante la entrevista
Miguel Bosé durante la entrevista .

28 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Ocurrió un 14 de marzo de 2020, parece que pasó una eternidad ¿verdad?, ¿se acuerda?  Aquel día ocurrió algo inaudito, nadie lo había vivido antes, nos obligaron a quedarnos en casa, al parecer de forma inconstitucional o no legal o llámelo como quiera. A estas alturas no voy a debatir si fue una medida correcta, conveniente, previsora, excesiva, o abusiva, júzguelo usted mismo.

Lo cierto es que aquel día pensé: - esto será insostenible, en menos de una semana todos a la calle. Valoré que los más jóvenes se rebelarían con razón o sin ella, ya dije antes que no quería entrar en ese debate. Ya sabe cómo es la juventud. Me imaginé manifestaciones, insurrecciones, carreras, algaradas… Incluso me figuré que muchos mayores se sumarían a los disturbios. Fantaseé con la imagen de la policía repartiendo leña a diestro y siniestro.

Pero el tiempo fue pasando y la población estuvo tranquila, fue responsable, solidaria y mansa muy mansa, demasiado mansa. Pensará el lector que mi deseo hubiera sido que «se montara la gorda», pues no, a mí eso de la anarquía no me convence. Pero confieso que eché de menos algún conato de insumisión. Me alegré de las chaladuras de los negacionistas, de los conspiranoicos, de los amigos de los UFOS e incluso de las sandeces de Miguel Bosé, lástima que sus ideas no tuvieran ni pies ni cabeza, pero «olé sus huevos». Sociedad dócil me dije, ¿seremos tan cívicos como parece?, ¿seré yo el raro?, ¿será tan madura esta juventud? o quizás es que caló tan hondo la LOGSE, la LODE y demás perlas educativas que tenemos una generación de abúlicos pasotas.

El confinamiento quedó atrás, y ahora nos encontramos una España más fragmentada y dividida que nunca, leyes sin consenso, precios desbocados, idioma denostado y mucha, mucha hipocresía; «quítese la corbata que hace calor, ahora échese una mantita y apague la calefacción, legislación improvisada, legislación conveniente…» Y sin embargo seguimos sin rencor, sin resentimiento, sólo estoica tibieza. ¿Qué tiene que ocurrir para que despertemos de esta anestesia?, ¿hasta cuándo seguiremos untándonos de vaselina?, ¿dónde estás Miguel Bosé?, echo de menos tus disparates, al menos tienes sangre por las venas. Qué desesperado tengo que estar para invocarte… Algunas veces olvido que la gente votó a estos políticos, así es la democracia, ellos actúan según sus principios -si es que los tienen, incluso algunos avisan de sus intenciones. Entonces, ¿a quién vamos a reclamar?, no le quepa duda, la culpa la tiene usted querido votante.

Hace años tenía esperanza en el buen criterio de la gente, pero ahora comprendo por qué, en la Alemania de los años 30, Hitler fue elegido democráticamente. El no engañó a nadie. Se limitó a cumplir con diligencia y coherencia su propuesta electoral, ya saben lo que ocurrió después. Vote a quien quiera, pero luego no llore.

A estas alturas estoy perdiendo la ilusión de que la gente reaccione. Las opiniones de los mayores son difíciles de alterar, los neurobiólogos dicen que los pensamientos permanecen cautivos en las conexiones cerebrales, en los esquemas mentales que nos hacen ser tozudos y necios sobre todo cuando uno presume de haber conocido a Fofó y a Jose María Iñigo. Y que pasa con la gente joven… la juventud más que educada parece que está amaestrada, comprada con gominolas de 400 euros rapiñadas a sus padres. Nunca fue tan verdad el aforismo que reza «Tenemos lo que nos merecemos».

A un paso de las elecciones no imploro al sentido común, ni a los ideales ni tampoco al corazón, sólo miro mi bolsillo y el termostato de mi radiador, y me planteo: si no será mejor lo malo desconocido que lo reiteradamente malo conocido.