Cartas desde Khalifa: una dulce derrota

Álvaro Boro

OPINIÓN

Juanjo Martin | EFE

02 dic 2022 . Actualizado a las 09:59 h.

Hace una semana España entera se veía campeona del Mundial, tan claro lo teníamos que ya pensábamos dónde nos iba a coger la final y con qué comida de Navidad nos iba a coincidir. «El domingo 18 imposible, que España juega la final. Tiene que ser otro día». Pero hoy, por momentos, todo se vino abajo y volvíamos a tener las tardes libres y se acabaron las excusas para no estar con la familia. Alemania, como en las posguerra y las prejubilaciones, nos volvió a sacar las castañas del fuego. Porque Alemania es Alemania, pero ahora menos de lo que era antes.

Como en Iwo Jima, los japoneses empezaron el partido agazapados, dejando que la Selección jugase y se gustase. Había ratos que uno miraba la pantalla y sólo veía a los de rojo. Confiados, por ese grandonismo tan nuestro, no cerramos el partido, y  las oportunidades llegan como se van. Morata metió el primero con ayuda del portero nipón ?no sé los nombres, todos me suenan a plato de restaurante fusión con ínfulas y muy poca cocina-, un Morata que con España no es el mismo que con el Atlético, es un tipo enchufado que, seguro, jamás le pediría matrimonio a su chica en el Mago Pop ?sin duda lo peor y más penoso que ha hecho y hará en su vida.

La pelota no se cansa, pero se vio que los nuestros sí. Nada más comenzar la segunda parte, Japón salió de su escondite y atacó sin piedad: no habrá paz para el enemigo. Los de Luis Enrique tienen la manía de jugar con el portero y sacar el balón jugado, que esto está muy bien menos cuando sale mal. Y salió. Antes de que nos mentalizásemos del empate, ya se adelantaron los asiáticos gracias a un error garrafal de Balde: ha sido el último en llegar y mejor estaba en su casa. La jugada del gol no estuvo exenta de dudas, pero estoy seguro de que el balón no salió; más marcar al contrario y no levantar tanto la manita. Está claro que los de ojos rasgados no se nos dan bien. Se mascó la tragedia cuando Costa Rica se puso por delante de Alemania y nos vimos fuera. Durante unos minutos fue la noche de los transistores, la multipantalla y búsquedas en Google. Pero los teutones apretaron y consiguieron que la cuenta pendiente que tenemos con ellos siga aumentando: además de la economía, ahora nos salvan el fútbol.

Parece mentira el comienzo de España si lo comparamos con cómo está siendo el desenlace. Los japoneses, además del vestuario y el estadio, nos limpiaron el partido: 1-2. Y de milagro en octavos.  Ahora viene Marruecos: Dios esté con nosotros.