Pobres y sin talento

OPINIÓN

PILAR CANICOBA

15 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

He tratado de explicarlo aquí y en otros medios: la clase trabajadora y los hijos de la clase trabajadora no tienen reflejo más allá de la caricatura, salvo honrosas excepciones, en la literatura, el cine o la televisión españoles. Esta semana un artículo de The Guardian se hacía eco de un estudio que parece demostrar que cada vez hay menos artistas de origen obrero. Pero Reino Unido es un país muy clasista, no como nosotros, que nos sentamos en el mismo bar con los trabajadores que se ensucian y tenemos que compartir calles con los pobres.

En este país hubo médicos poniendo el grito en el cielo cuando se dijo que los conductores de autobús o el personal de los supermercados debían ser también prioritarios a la hora de recibir la vacuna contra la Covid. Pero no es por clasismo, ojo. Como tampoco es clasismo que en una tertulia radiofónica de Onda Cero que pretende debatir sobre el artículo del periódico británico, la única tertuliana que se dice hija de la clase obrera y cuya opinión difiere de la de los nada clasistas tertulianos restantes no pueda explicar su postura debidamente porque, ja ja, amigos, Cervantes no era rico ni pasó por la universidad, asunto este que requería ser señalado con notoria jactancia y elevando la voz, pues así es como sin lugar a dudas se demuestra que en España lo que pasa es que los obreros somos tonticos sin talento, pero por supuesto, al que lo tiene le perdonamos aunque sea de clase baja.

La displicencia es la madre del clasismo. El talento artístico no es más abundante entre los ricos, solo son quienes se pueden permitir explotarlo. Ojalá un debate en algún medio español sobre esto en concreto, sobre la imposibilidad de que te tomen en cuenta a pesar de tu origen, genes, estudios y dineros en un mundo dominado por los principales beneficiados del estado del bienestar, esto es, las clases medias, las de verdad, que son a quienes más les pica la existencia de gente por debajo de ellos que tiene algo que decir. Un debate en el que se abra de una vez ese melón que nadie quiere abrir. Mientras tanto, tenemos chanzas y risotadas burguesas asegurando que un país que tiene en un altar a Cervantes, que no tenía dineros ni estudios de importancia y que sufrió la pobreza y el desprecio en vida, no puede ser clasista, y que el mundillo cultural es el menos clasista de los mundillos. En fin. No me toquen a Cervantes, hagan el favor.  Tápense un poco.