Más y más sobre Clarín

OPINIÓN

Una caricatura de Leopoldo Alas, 'Clarín'
Una caricatura de Leopoldo Alas, 'Clarín' FRANCISCO SANCHA

01 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En mi recorrido semanal (semana del 19 al 25 de diciembre de 2022) por la Cervantes de Oviedo, fui interpelado por guiños seductores de dos libros, aparentemente impasibles, que me miraban con ganas. Reconozco que ya las personas me seducen «apenas» y que los libros, en cambio, sí y continuando, cada vez más, sin pedir estipendios caros, sólo ser leídos.   

El primer libro se titula El texto interminable (Del análisis literario a la técnica de la traducción), siendo su autor Carlos Fortea. En el capítulo 2 titulado Leer o no leer, el autor cita al novelista fallecido, Javier Marías, que diferenció (número 88 de la revista Turia) entre los llamados «escritores de brújula», que no tienen en cabeza la historia completa de su relato, que todo se va haciendo a medida que el relato avanza, y los llamados «escritores de mapa», que planifican con cuidado y minuciosidad lo que van a escribir, hasta sirviéndose de fichas y esquemas.

Ya me pregunté qué soy yo escribiendo, si de los de la brújula o mapa; ahora pregunto a lectores y lectoras lo que ellos, ustedes, son, bastándome con su pensamiento. Si los lectores/lectoras me siguen, o sea, que me vienen leyendo, observarán que soy más de brújula que de mapa, pues cuando anuncio lo que escribiré en la siguiente parte, incluso acudiendo a un oficio tan clásico como el de los sastres, resulta que acabo escribiendo de otro asunto, desazonando a bastantes.

El segundo libro, que también me hacía guiños seductores, se titula Liturgia de los días, siendo su autor José Antonio Martínez Climent. En el Prólogo, Victoria Cirlot escribe: «Según el cual (Hans Georg Gadamer) no nos encontramos separados del pasado por un abismo infranqueable, sino que por el contrario el pasado vive en nosotros».  Y el autor, en la página 62 dice: «El hombre necesita la ruina, la cercanía de la ruina, en todas sus formas posibles». En la anterior parte, escribí de un jugar en Oviedo entre ruinas de un pasado presente, ruinas de iglesia bombardeada, y ruinas de campos llamados de «maniobras». Ruinas, las mías, indeseables, que no son las «ruinas» necesarias de Martínez Climent. 

Y otro libro, que nada tiene que ver con los anteriores, pues data del año 2019, y al que ya nos referimos es Emilia Pardo Bazán, de autoría de Isabel Burdiel, historiadora y biógrafa de la gallega, doña Emilia. Un libro monumental de 744 páginas (Taurus editorial), que fue presentado en Madrid, en la Fundación Juan March, en forma de conferencia, el día 28 de mayo de 2019.  Libro y Conferencia que siendo sobre Pardo Bazán, ilustran mucho sobre Clarín.

A.- El director de la Fundación Juan March, don Javier Gomá, hijo de notario y pariente de cardenal guerrero, explicó el porqué de la inclusión de Pardo Bazán entre «los españoles eminentes» de esa Fundación. Isabel Burdiel cita, en la Introducción, a Clarín como gran enemigo y, al tiempo, gran admirador, de la condesa Pardo Bazán. Burdiel también citó a Siegffried Kracauer, que escribió como en referencia a Clarín: «Los grandes artistas son monstruosidades biológicas, históricas, engendran el tiempo que los ha engendrado». 

 B.- Ambos, Pardo y Alas, fueron escritores en periódicos de la época, incluso en periódicos competidores, cuyos directivos no tuvieron estrecheces mentales ni estreñimientos ni problemas ópticos de escasez de miras, por lo que no pusieron vetos en alardes de acomplejados. Grandes periódicos como La Época, El Liberal, La España Moderna, El Heraldo de Madrid, Blanco y Negro, ABC, La Lectura, etcétera.

C.- Por ella, la Pardo, supimos que Clarín era misógino. Isabel Burdiel, en la Conferencia en la Fundación Juan March dijo: «Clarín, en referencia a Pardo Bazán, explicó que ésta tenía un talento «macho», una actitud varonil, y en las muchas críticas hechas a Pardo Bazán, nunca dejaba de aludir al hecho de que era una mujer. Clarín se preguntaba si Pardo Bazán era una mente masculina o femenina; más aún si era un hombre afeminado o una mujer hombrada». La misoginia profunda, la de Clarín y otros muchos escritores de entonces, era cosa de su tiempo, aunque también había en aquel tiempo, escritores no tan contrarios a las mujeres, que quisieron, sin llegar a conseguirlo, situar a doña Emilia en la Academia de la Lengua.  

D.- Recordando a Pardo Bazán, recordamos lo de la adquisición del «Pazo de Meirás», que paso a ser de Franco y de Carmen Polo, la ovetense esposa, de la clase media, a diferencia de la mujer ovetense del otro, Fernández Ladreda, que era de la nobleza asturiana. Por Decreto-Ley, el número 18/1975, firmado por el Rey Juan Carlos, se concedió a la viuda de Franco la Merced Nobiliaria del Señorío de Meirás, con Grandeza de España, pudiendo ser finalmente Carmen Polo aristócrata titulada. Hoy Titulo y Grandeza suprimidos.

Y me sorprendió que ni Isabel Burdiel ni Darío Villanueva hayan prestado atención, siguiendo estando tapado, un importante dato: el asesinato por milicianos y republicanos de la FAI, en 1936, de un hijo y de un nieto de Doña Emilia Pardo Bazán, muerta mucho antes en 1921.    

Manuel F. Avello, de Clarín, escribió: «Era zurdo, de baja estatura, la mirada limpia, arrastraba las erres. Después de un esfuerzo considerable pudo escribir con la mano derecha y lo hizo con gran corrección». Don Ramón Pérez de Ayala, discípulo predilecto de Clarín, explicó: «Don Leopoldo era muy pequeñito y delgado, casi óseo y todo nervio; una especie de avecilla, sin apenas peso de materia. El cráneo un tanto voluminoso (braquicéfalo) en relación con la parvedad del cuerpo. El pelo de la cabeza y barbas, maiceño». (Aquí recordamos otra vez la frase de Krachauer)

Don Adolfo Posada en sus Fragmentos de mis memorias, con Prólogo de don Emilio Alarcos Llorach, editados aquéllos por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Oviedo (Cátedra Aledo), en 1983, escribe en la página 104:  «Y fue entonces cuando por primera vez en mi vida hablé con Leopoldo Alas, veraneante con los suyos en Guimarán, su casa solariega, el mismo Leopoldo Alas  que había de hacer célebre en las letras hispanas el seudónimo de Clarín. Pasamos juntos la tarde, divertidísimos. Era Leopoldo jovial en extremo, animoso, comunicativo, amable».

En una extraña Historia de Asturias, con Prólogo de Francisco Carantoña, en edición (1969) de «El Comercio», con motivo del «XC aniversario de su fundación», el autor, Carlos Martínez, escribe en la página 445 sobre Clarín, «La gran personalidad de Clarín», lo siguiente: «Su posición como crítico fue particularmente difícil en ciertos aspectos…Clarín se enfrentaba al desolado panorama nacional sobre el que estaba obligado a trabajar para ganar su vida o ayudarse a ganarla. El desconcierto, la irritación eran la consecuencia inevitable de la incongruencia entre un instrumento crítico demasiado agudo y la pobre realidad a la que tenía que ser aplicado». Y Carlos Martínez cita a Guillermo de Torre que destacó las luchas de Clarín «contra tantos seudoliteratos y plumíferos irresponsables de toda laya». 

Es interesante el dato de que Clarín vivió en el piso 3º del número 3 de la importante calle Campomanes, habiendo residido también, en la misma calle, don Ramón Pérez de Ayala, admirador y discípulo, habiendo plaza conmemorativa en la fachada de la vieja casa de Ayala. Elías García Domínguez, escribiendo sobre Pérez de Ayala, dijo que éste encontró en Clarín dos modelos funcionales, a saber, el paisaje rural como símbolo y materialización de los conflictos afectivos individuales y la ciudad (Vetusta) como formalización de los conflictos interpersonales.

En la parte trasera del entonces número 3 estaba el amplio y empinado jardín del palacio del marqués de La Rodriga, hoy parque público, habiendo sido adquirido el palacio inicialmente por la Congregación de las llamadas «Teresianas señoritas», estableciendo allí su colegio. Y todo lindaba en lo alto con el «Prau Picón», habiendo una vista impresionante de la torre de la catedral, así como de la torre cuadrada y rematada en aguja, de San Isidoro.

Sainz Rodríguez, «el ministro de Franco que quiso restaurar a don Juan», en una entrevista publicada en el dominical de El País, a finales de los años setenta del pasado siglo, dijo: «Conocí a Franco en Oviedo, cuando era novio de doña Carmen. Yo era catedrático en aquella Universidad…Y conocí a Franco en unas cenas que organizaba los sábados en Oviedo el marqués de La Rodriga».

Don Julio Escribano, en 2011, escribió el libro Historia de las cartas de Pedro Sainz Rodríguez, 1897-1986, en el que hay cartas interesantes, pues mantuvo amistad con los dos hijos de Clarín, Leopoldo y Adolfo, y habiendo pronunciado la lección inaugural del curso 1921-1922, en la que hizo un estudio sistemático sobre Clarín. De su amigo Leopoldo, rector de la Universidad, destaca su muerte asesina en Consejo de Guerra (1937) y el odio que le tenía la burguesía ovetense, llamándole, con desprecio, «Clarinete».

Desde el ventanal del número 3 de la calle Campomanes, Clarín pudo contemplar el paso de santos viáticos, con cura rezador y monaguillos pícaros, uno tocando la campanilla y otro esforzándose en que la vela no se apagase, procedentes de la Iglesia de San Isidoro, y pasando por la estrecha y triste calle Magdalena. Del mismo ventanal, Clarín veía subir la Procesión del Nazareno por la calle Marqués de Gastañaga, procedente del Convento de los Dominicos, desde abajo en la Plaza de Santo Domingo, unos dominicos con hábito blanco, que no papal, y calcetines blancos.

Desde el mismo ventanal Clarín veía las repetidas «despedidas del duelo», pues allí mismo terminaban los entierros, con las últimas bendiciones y responsos al féretro, el cual, desde allí y ya en solitario, lo subían hasta el pudridero de San Salvador. Y si en el edificio número 3, propiedad del Conde de Agüera, los pisos eran viviendas, entre ellos, el de Clarín, en los bajos había tiendas de comestibles, carnicería, panadería, venta de vinos y peluquería para caballeros.

Dos franceses, Jean-François Botrel y Yvan Lissorgues se interesaron por Clarín, y a ellos se les preguntó qué periodismo practicaba Clarín, y parece ser que contestaron sin dudarlo…

Continuará.