Música para fachas

OPINIÓN

Concierto de Joan Manuel Serrat celebrado en el Coliseum de A Coruña el pasado 8 de julio.
Concierto de Joan Manuel Serrat celebrado en el Coliseum de A Coruña el pasado 8 de julio. EDUARDO PEREZ

26 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

No me sorprende que en la manifestación ultraderechista del otro día en Madrid en contra del gobierno de Sánchez, así, en general, tan vacío y tan estúpido, se cantaran canciones de Serrat. No me sorprende nada.  Total, los asistentes creen que vivimos bajo el yugo del Enver Hoxha de Tetuán, así que me es complicado buscar la lógica de la masa ultra más allá de comprender que solo tienen una y bastante difusa, que suele ser la manera que tienen los fascismos de germinar: en la ambigüedad y en el arbitrio.

En cualquier caso, es cierto que la derecha en este país no tiene muchos artistas conservadores memorables, así que es lógico que la cultura popular, que forma parte de nosotros, de todos, cale en los españoles, buenos o tan malos como el que esto escribe, hasta el punto de que los ultras no tienen otro remedio que utilizar a Serrat. Las opciones de su lado son José Manuel Soto y Bertín Osborne, y claro, es complicada la épica con una banda sonora de ese calibre.  

En contra de lo que creen algunos, esto no solo sucede aquí. Todavía tenemos en la retina el vídeo de dos abuelos trumpistas envueltos en banderas estadounidenses bailando extasiados «Killing in the Name» de Rage Against The Machine, y eso que allí artistas de derechas no les faltan, algunos de ellos indiscutiblemente brillantes. Y volviendo a España, absurda utilización del himno antifascista «Bella ciao» a raíz de la serie española «La casa de papel», que hasta hace poco no había bobo con pulsera verde que no la berreara en los bares los fines de semana.

No es coherente, pero es normal. Algunos dicen que hay gente, de derechas siempre, que es capaz de separar la obra del artista, y que eso demuestra una tolerancia que no tienen los progresistas: uno puede ir por ahí cantando himnos antifascistas y cinco minutos después vomitar insultos homófobos, pedir la expulsión de los extranjeros y hasta jalear a Francisco Franco Bahamonde, lo que sin duda demuestra, más allá de toda duda razonable, la amplitud de miras de quienes te llevarían a dar un paseíllo a punta de fusil.