Protestas en la Complutense por la distinción a Ayuso
Protestas en la Complutense por la distinción a Ayuso Eduardo Oyana | EFE

29 ene 2023 . Actualizado a las 09:46 h.

Isabel D. Ayuso

Tiene mala letra el sujeto. Ana, el «alter ego» de Rafael Chirbes, dice en el relato La buena letra: «Nunca me ha gustado la gente que corre detrás de los de arriba». Joaquín Goyache es el sujeto, y tiene mala letra. ¿Qué impulso al rector de la Universidad Complutense de Madrid a nombrar a Ayuso «alumna ilustre» de la Facultad de Ciencias de la Información? Alumna de Periodismo sí fue, pero ¿ilustre? Si se consulta la RAE, ninguna de las tres entradas encaja, salvo la segunda, que incluye el término célebre. No obstante, la celebridad es extensiva. Célebre es Rafa Nadal, pero también Dani Alves, conviniéndose entonces, forzosamente, que ninguno de los dos es ilustre por ser solo «célebre».

Una persona ilustre tampoco es quien ocupa el poder, a no ser que su talla fuera equiparable a la de Franklin Delano Roosevelt, por ejemplo. Pero nunca será ilustre el célebre Arias Navarro y sus lágrimas, o Millán-Astray, recientemente homenajeado por el alcalde de Madrid en virtud de su «humanidad» y «ejemplaridad ética». Pero el señor rector, sin el apoyo de gran parte de su equipo directivo ni de la propia Facultad de Periodismo, detectó sagazmente lo indetectable: el lustre en Díaz Ayuso, arropada por la tropa de universitarios pijos de esos colegios desde los que se llaman «putas» a las pijas de los colegios vecinos.

(¿Cómo fue posible que se colaran en el acto y la policía, paralelamente, impidiera la entrada al centro de los «comunistas», a decir de los pijos y de la cabecilla de la pijería, o sea, la presidenta de Madrid comunidad? Los gritos de «comunistas» y «podemitas» y «sociatas» fueron proferidos como insultos, de donde la «libertad» que asimismo proclamaban los pijos en el día de autos se correspondía con la «libertad» de la pija mayor, que de moda puso en 2020, en la crudeza pandémica, mientras firmaba el protocolo por el que ningún anciano en residencia fuera llevado a hospital alguno. ¿Habrá que entender que la acepción que la chusma Armani-Vuitton da al sustantivo «libertad» es justamente su antónimo? ¿Habrá que entender, por consiguiente, que hay libertad para ser facha y no rojo? La sombra del mal es larga, muy larga).

Se nos escapan los intereses de Goyache para otorgar tal mención, porque la Complutense es pública y Ayuso es alérgica a la cosa pública y se la ve, bien al contrario, sanísima donando los dineros del pueblo llano (el encumbrado tributa a la manera de un mendigo) a las privadísimas universidades y colegios escolares, y a los privadísimos centros sanitarios y de prestaciones sociales varias. Se nos escapan los intereses del rector, pero haberlos tiene que haberlos, siempre y cuando no sea un párvulo.

Ione Belarra

Los que se engloban dentro de la ideología «progresista» se hallan en una encrucijada. Matizamos: solo los que les da por rumiar las buenas nuevas de lo «políticamente correcto» están en la encrucijada. Porque si no se sumergen en la enloquecida corriente postmoderna del absurdo, caso, y es uno entre cientos, de la negación de principios elementales de la Biología, serán acusados de traidores, a la manera de los muy violentos fascistas independentistas catalanes. Por el contrario, si se avienen a los dogmas, seguirán disfrutando del calor de la masa.

Viene esto a cuento de los tanques que la OTAN va a entregar a Ucrania. Uno de los ases de mayor valor de la progresía es Ione Belarra, ministra y secretaria general de Podemos, y de ella ha salido un rotundo no al envío porque es un paso más en la «escalada bélica» y hay que apostar por la «diplomacia», Es decir, hablar con Putin.

Toda persona con el juicio sin lesiones quiere la paz. Nosotros, como Belarra, queremos la paz, y si es perpetua, bienvenido el milagro. Pero la Historia de la Humanidad está hecha, en grado superlativo, de guerras, guerras terribles, con miles, con millones de muertos y damnificados. Esta es la humanidad del hombre. Humano significa sin piedad. Un genocida no negocia, no dialoga. Un genocida mata y mata y mata y mata. ¿Será posible que tengamos que citar a los monstruos del siglo pasado?

Ocurre también que los postulados difieren según nos afecten. Estar en Madrid no es estar en Kiev. ¿Qué haría Ione Belarra y los suyos si Putin apuntara sus misiles a sus ciudades, barrios, hogares, hijos? ¿Qué harían si estuviesen en Guernica el 26 de abril de 1937? ¿Acaso saldrían con banderas blancas para disuadir a los bombarderos nazis?

Es saludable ser progresista. No es saludable ser ingenuo ante toda circunstancia, porque uno acabará siendo imbécil.