Las penas de Irene Montero

OPINIÓN

Eduardo Parra | EUROPAPRESS

10 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando Irene Montero despegue los párpados de los globos oculares es probable que dos o tres agresores sexuales más, cuyas penas se habrán rebajado por gentileza de la ley del solo sí es sí, anden tan campantes por ahí. Pero ni la salida anticipada de la cárcel de esos abominables señores ha hecho despertar a la ministra de Igualdad, a la que, parece, no van a echar, y Pedro Sánchez sabrá el porqué, ni va a dimitir, porque el orgullo es el orgullo y una hipoteca en Galapagar es una hipoteca en Galapagar. Lo peor que puede llegar a dar un gobernante es lástima. Y si quien trata de darle consuelo es, pongamos por caso, alguien como Gabriel Rufián, un hombre que, por su naturaleza, no hace nada gratis, el mismo que aparece de espaldas pasando una mano por el hombro del escaño, entonces, apaga y vámonos. Que es en lo que, a veces, parece estar empeñado todo este Gobierno: en apagar y en irse.