Del caso de Del Pino al del «Mediador»

OPINIÓN

El exdiputado nacional del PSOE Juan Bernardo Fuentes, junto a su abogado, Raúl Miranda, tras prestar declaración ante la jueza.
El exdiputado nacional del PSOE Juan Bernardo Fuentes, junto a su abogado, Raúl Miranda, tras prestar declaración ante la jueza. RAMÓN DE LA ROCHA | EFE

05 mar 2023 . Actualizado a las 12:38 h.

Pero qué escándalo están levantando los casos de Del Pino y del «Mediador». Cuando cuestiones que caen como la manzana de Newton provocan tal algarabía, cabe echarse las manos a la cabeza y gritar: «¡Este país está lleno de locos! ¡Está a rebosar de chiflados!» Porque cómo es posible censurar, denigrar, maldecir, arrastrar por el barro a un hombre como Del Pino (con vínculos en Ribadeo) que, en plenas facultades mentales y monetarias, decide, conforme a la libertad personal y de mercado que le garantiza la democracia de la que «disfruta» igualito que sus obreros, cambiar de hogar en la multinacional Unión Europea.

O sea, yo vivo en Tebongo y decido trasladarme a una granja en Ede, el Edén de los Países Bajos, con mis miles y miles de cerdos y cerdas, cabras y cabrones, y hacerme con todas las vacas lecheras-lecheras que me sea posible para exprimirles hasta la última gota y donar la plusvalía para los hambrientos de Etiopía, que, pobrecitos, son una de las cunas de la humana humanidad, y por ese elevado altruismo me llueven las hostias.

(Para visualizar el montante que le supondrá el traslado al benefactor Del Pino, hay que imaginar a la antes llamada Holanda como un canto rodado en mitad de un río estrechito que sirve de apoyo para saltar de una orilla (la del infierno fiscal) a la otra (la del paraíso fiscal). Si el río es más ancho, ponemos otra piedra, Luxemburgo, como bien saben las multi-multi de este lado del Atlántico y del opuesto. Eso sí, con el encomiable propósito de aliviar a los parias del Mundo..

Hostias de los sociatas y los comunistas, naturalmente, envidiosos ellos, que odian a los muy honorables empresarios de incontables pecunias, que quitarles quieren el ganado bien ganado con el sudor de su frente, con la entrega de años y años de jornadas de 21 horas, con la renuncia a sus familias y a los placeres de la vida. Haber votado a esta izquierda inmunda, luego cosida con la aguja de Mary Shelley, ¡qué disparate!

Por eso, y para tratar de evitar el nacimiento del monstruo, el Gobierno de Rajoy envío a la élite de la policía a Venezuela para hallar pruebas de los sucios dineros que daba el régimen a Podemos. No las obtuvieron, pero no porque no las hubiera. La razón fue que nuestros polis elitistas no son tan elitistas.

No obstante, estamos salvados. La indefensión jurídica de tan loables empresarios será corregida (ya lo está siendo en Madrid) a partir del próximo 28 mayo en tantas y tantas autonomías y municipios (una suerte de 12 abril del 31 a la inversa), por la valentía reconquistadora de Isabelita Díaz de Ayuso y Díaz de Vivar, que marca el paso con firmeza militar a Juanma Moreno, Fernández Mañueco y López Miras, la antesala de lo que Feijoo tiene que hacer cuando llegue a La Moncloa en diciembre, so pena de ser pasado a cuchillo, que el antecedente es Pablo Casado, un Julio César agujereado por los puñales de su «familia»: la muy cuca Cuca Gamarra, el Maroto, etcétera, etcétera.

(El excelentísimo alcalde de Madrid, perrito faldero de la de la Puerta del Sol, que más le vale para poder repetir como candidato que, a otros, casadistas, se los acaba de cargar la dueña del cotarro, ha inaugurado un monumento a mayor gloria de la Legión. Martínez-Almeida nos trae, así, a un fresco Franco para que nos rescate por segunda vez, ese estadista máximum desde Isabel y Fernando, creador de la Seguridad Social, según la propaganda de la época, para hacerlo pasar por un socialista de pura cepa, no como los sociatas de hoy en día, golfos ellos).

Díaz Ayuso y Díaz de Vivar es la adalid de la justicia con los esforzados privados, con los maltratados católicos y apostólicos, pero ya no romanos, con la pobre gente de Serrano. Díaz y Díaz no tolera a vagos y maleantes, a la chusma de las colas del hambre, a los paletos que van a los centros médicos públicos, extremistas ellos, los que van y los que están en esos tugurios. Ella es la yegua de «¡Santiago y cierra, España!».

Y qué decir del «caso Mediador». Caso que ha desvelado (desvelará) a centenares de sociatas puteros, drogatas y alcohólicos, arrapando con los dineros de los empresarios corruptos, que nada tiene que ver con los de la «Gürtel», como nada tiene que ver el general de la Guardia Civil con los Cuerpos y Fuerzas del Estado de la «Kitchen», que ya estaba retirado cuando empezaron los pecados localizados en los ojos ajenos, que en los de los propios, ni gotas oftalmológicas precisaron, precisan ni precisarán.

Y entre ambas tramas, Irene Montero y su cohorte numantina atrincherada en el interior de las murallas de la ciudadela del «Síessí». En definitiva, que el pitagórico el uno por el otro, y viceversa, y la casa sin barrer es un adiós a los gobiernos chuscos de la izquierda marxista-leninista, y marxista-bolivariana, y un adiós al Sánchez vilipendiador del santo Job empresarial, del santo Job privatizador, del santo Job nacionalcatólico, del santo Job rompe patrias, y que, para más escarnio de la «gente de bien», no se enteró de que preside un partido que ama a las putas. «Sayonara, baby», que dijo el Arnold Schwarzenegger de «Terminator».

(El irónico e incisivo escritor inglés de origen paquistaní Hanif Kureishi, en su relato Nada de nada, hace reflexionar a su protagonista: «A los locos los encierran en manicomios, pero ahora los cuerdos están peor en sus oficinas. El nuevo mundo parece banal y agotado. Hay demasiado dinero en Londres. Hemos vivido demasiados años»).