Adictos al sí se puede

María Hermida
María Hermida E SE CHOVE, QUE CHOVA

OPINIÓN

Chema Moya | EFE

14 mar 2023 . Actualizado a las 08:52 h.

Arrastrando los pies y su pereza hacia la cancha de baloncesto, mi hija pequeña me reprochó que no le deje saltarse ni un solo entrenamiento. «Aunque lo haga genial, nunca voy a ser como Michael Jordan», rosmó. A punto estaba de decirle que lo importante es que haga ejercicio y lo pase bien jugando, cuando su hermana mayor se adelantó. «Claro que puedes ser Michael Jordan, solo tienes que querer y esforzarte». Se me encendieron las alarmas. La línea entre la cultura del esfuerzo y el derecho a hacer de todo y a llegar a todo que nos otorgamos o que nos imponemos, dependiendo del caso, es demasiado fina. Querer es poder. Sí se puede; dos frases tan alentadoras como destructivas. Lo dicen los psicólogos que trabajan con pacientes con cáncer, que a menudo se dan de bruces con enfermos que se sienten culpables de que su tratamiento no funcione, porque de tanto ponerles el adjetivo de luchadores parece que sonriendo se curan tumores. Cuando la realidad es que la quimio funcionará o no, estés tú por los suelos o por los techos. Así que, aunque sea increíblemente meritorio llevarlo bien, puedes permitirte estar mal. Ocurre con el deseo de tener hijos, que se convierte en derecho porque sí, sí se puede, aunque no se pueda y haya que cruzar océanos para traer a un niño salido de un vientre de alquiler sin importar la realidad de la mujer que pone su cuerpo en juego. Pasa con el trabajo, con esa cantinela de que si no nos gusta lo que hacemos podemos reinventarnos. Cuando lo habitual es que el borrón y cuenta nueva laboral apareje peajes importantes. Querer no siempre es poder y a veces hasta resulta de agradecer. El mundo solo suele parir un Jordan. Y ya nació.